La verborragia de Milei y esa pulsión a atentar contra sus necesidades políticas
Edición Impresa | 25 de Junio de 2024 | 02:07

Mariano Pérez de Eulate
mpeulate@eldia.com
La verborragia extrema de Javier Milei es, a esta altura, una de sus flaquezas. Es verdad que le ha servido para mantener el relato frente a su núcleo duro de adherentes pero atenta contra sus necesidades políticas concretas, que necesitan de la colaboración de la política real dado su endeble posición legislativa.
Ayer, en la antesala de la negociación finita de la Ley Bases y el paquete fiscal en la Cámara de Diputados, ese último paso para que se conviertan en leyes sus supuestas herramientas fundacionales, el Presidente volvió a complicarles los acuerdos a sus delegados en el Congreso. Sobre todo con la oposición amiga, la dialoguista, la que se supone es más fácil de convencer. Desde República Checa, Milei calificó otra vez de “degenerados fiscales” a los diputados porque supuestamente atentan contra el equilibrio que él busca. Esa generalización, que no distingue colores, partidos o pasado, es una de las tantas cartas insultantes que suele usar y que incluyeron otras definiciones fuertes como “ratas” o “ladrones”.
El jefe de Gabinete Guillermo Francos como garante general de los acuerdos, pero sobre todo su vice, José Rolandi, y la secretaria de Planeamiento Estratégico, María Ibarzábal, una vez más debieron maldecir en todos los colores ese reportaje con la prensa amiga. Es que el argumento “viste cómo es Javier”, aquel que explica sus excentricidades, ya no sirve más a modo de excusa. Una vez se acepta, dos se tolera, tres ya suena a cargada o directamente a soberbia que no merece ser correspondida con gestos de colaboración directa. Eso sentirían muchos legisladores que hablan con los delegados del Gobierno, según se recogen en fuentes del Congreso.
Por caso, ayer a la tarde en Diputados, en la previa de lo que será la reunión de comisiones de hoy, ya se respiraba enojo en el bloque de Hacemos Coalición Federal (HCF), la variopinta bancada que lidera el peronista Miguel Pichetto. Y se hablaba de que acaso lo más conveniente para ellos -en términos de posicionamiento frente a la opinión pública- sea sólo aceptar los cambios en la Ley Bases propuestos por el Senado. Eso, por ejemplo, incluye una versión reducida del paquete de empresas a privatizar, donde no está ni Aerolíneas Argentinas ni el Correo. El gobierno precisamente aspira a que la Cámara baja insista con esa idea, que estaba en la iniciativa original.
¿Y la restitución de Ganancias para la cuarta categoría y la reforma de Bienes Personales y el fin de la moratoria previsional? El Senado las volteó y el Gobierno le está pidiendo ahora a los diputados -propios y aliados- que se aferren a una interpretación legal que divide bibliotecas para volver a incluirlas y así hacerlas ley. Eso significa que serán los diputados lo que paguen el costo ante una parte de la sociedad de reinstalar el siempre antipático tributo y el fin del beneficio jubilatorio, que la Rosada dice necesitar para, entre otras cosas, poder bajar el impuesto País. Así, Milei necesita si o si el favor de los “degenerados fiscales”.
La intención del Ejecutivo es firmar mañana los dictámenes de mayoría que permitan la discusión en el recinto el jueves próximo. Necesita para ello las adhesiones de los que el pasado abril le facilitaron la media sanción en la Cámara baja. Hablamos de los radicales, el PRO, el mencionado HCF y algún bloquecito más. Se trata de más de 100 diputados, a los que ahora volvió a maltratar con su generalización despectiva. ¿Era necesario? ¿No hubiera sido mejor no meterle ruido a las conversaciones de Francos y compañía que procuran llegar a acuerdos para asegurar que el corto programa económico del Presidente no quede en jaque? ¿Y si sus dichos apuntaban con nombre y apellido sólo al bloque kirchnerista, que va a votar absolutamente todo en contra?
Milei necesita transmitir al mundo cierta certeza de gobernabilidad, de control de resortes institucionales para generar la idea de que invertir en este país desquiciado aún es factible y procurar volver a la lógica del crédito internacional. ¿No será hora de tragar algún sapo y aceptar -desde el silencio, ni siquiera con palabras- que es necesario el auxilio de la política, una parte de esa “casta” que en su momento el Presidente situó como su enemiga en el discurso de campaña?
El gobierno seguramente tendrá su Ley Bases y paquete fiscal. Pero tal vez no sea la mejor versión posible. Una vez aprobada, y si pretende que el Pacto de Mayo en julio próximo sea algo más serio que una foto hiper parcial, Milei acaso deba rever sus procederes.
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