Cae: “Hoy, para mí, el escenario es juego”

El artista llega a la Ciudad, pero no en plan retro: el autodefinido “Zoolander del rock” propone un show con mucho humor e ironía

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Carlos Alfredo Elías era en los 90 una de las grandes estrellas de la escena argentina, un sex symbol para los adolescentes, una presencia constante en las radios y la tevé. Y de repente pareció caerse del mapa. En el giro de siglo, se fue a España, con una oferta de laburo que prometía ser un salto para su vida, y se volvió, estafado, sin dinero, a un medio que, con su característica memoria de corto plazo, lo había olvidado.

Por un tiempo se dedicó a otras cosas. Se fue a vivir a Mar del Plata, fue conductor, actor. Y se fue acercando otra vez a la música de a poco, primero desde el teatro musical: trabajó en las exitosas “Madagascar” y “Rock of Ages”, donde hacía de “un rockero cuarentón decadente: daba justo”, se ríe.

Así que la música siempre estuvo dando vueltas, y así es que ahora ha vuelto a los escenarios en modo cantante con “Vivatodo!”, un espectáculo que llega el sábado a La Plata (se verá en la sala de 43 entre 7 y 8) y que, lejos de ser una explotación de la nostalgia, del Cae del pasado, se ríe de ese personaje que atrapó a pura balada los corazones de tantas chicas noventosas.

Es que “al momento de subir al escenario otra vez, pensé: ‘Quedaría como un pelotudo si intento recrear al Cae de los 90’”, cuenta Cae, entre risas, en diálogo con EL DIA. Fue en ese momento que empezó a gestarse la idea de subir, cantar, sí, pero hacer algo que “no fuera retro”, algo que “jugara con el pasado, que se permitiera reírse de ese pasado, sacarle jugo”.

¿Qué es, entonces, “¡Vivatodo!”? Un varieté guiado por la música: hay canciones, claro (“va de los éxitos de Cae a Rodrigo o un mashup de los 80”), una constante ruptura de la cuarta pared, mucha interacción con el público, sorpresas, y exabruptos de stand up, sobre el amor y el desamor, sobre aquellos viejos tiempos y estos tiempos en que somos viejos.

“Juego: hoy para mi el escenario es eso”, define Cae, que se dice “un entretenedor, si se quiere”, que aprovecha lo aprendido en sus tiempos de actor y conductor para presentar “algo parecido a un late night, en vivo”. Actuar, de todos modos, siempre actuó, dice: “En los comienzos, en definitiva, Cae era un acting: era actuar de un sex symbol adolescente”.

 

“Me tocó jugar ese estereotipo en los 90, hoy visto en retrospectiva, pasada por un filtro de humor, devino en otro personaje”

 

De hecho, en la promoción del show, Cae se vende con humor como “el Zoolander del rock”. “Me tocó jugar ese estereotipo en los 90, hoy visto en retrospectiva, pasada por un filtro de humor, devino en otro personaje”, relata, y cuenta que en plan cómico sale al escenario con una rosa, “algo ampuloso, exagerado, pero que en los 90 no era exagerado. La que vino enamorada del Cae de los 90 puede seguir viendo ese Cae, y los otros se ríen”.

Ese humor, ese reírse de sí mismo, dice, fue una estrategia de supervivencia que lo salvó cuando “de ser el número uno, un rockstar, pasé a ver cuándo comía carne con el arroz”.

“Empecé a usar el humor porque me ocurrieron cosas dramáticas”, dice Cae, que se fue del país en plena crisis del 2000 “con una oferta de laburo enorme en España”, y terminó en aquella Navidad estafado, heredando las deudas de sus empleadores en fuga, y con la plata argentina atrapada en el corralito.

En esos momentos, recuerda, “una de las cosas que me salvó fueron dos DVDs truchos que tenía de Les Luthiers, que ponía cada noche para hacer el ejercicio de reír”.

Volvió con lo que pudo, y se enteró rápido de que se habían olvidado de él: “Pasé de ser la cara de Los 40 Principales a ser nadie”, recuerda. “Volver fue como cuando uno visita una ciudad y de repente, ese edificio emblemático que existió ahí por 50 años es un McDonald’s”. Volvió con vergüenza, dice, “porque cuando errás un penal, volvés a agarrar la pelota y se te vienen todos los fantasmas”. Y “me quería exiliar del cantante”, relata. Así es que, cuando decidió regresar a los escenarios, supo que tenía que escapar de “la cosa retro”.

Ese humor, esa autoconciencia, se fue metiendo mientras tanto entre las canciones en sus primeros espectáculos: “Cada tres o cuatro temas contaba una historia de mi vida, en plan irónico. Y me preguntaban ‘che, qué buenos los textos, ¿los escribís vos?’ ¡Los escribió la vida! Me fui a España, me estafaron, me quedé sin laburo, había corralito… Y después de ser ganador de Viña del Mar, terminé pidiendo trabajo de peluquero. Esa historia la escribió la vida”.

Así terminó de formarse “¡Vivatodo!”, música y humor, pero no humor “por ser positivo, por tener un positivismo boludo”, avisa. “Es una manera de buscarle la vuelta. Y al final de malas estamos sobrados”.

Carlos Alfredo Elías
Cae

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