Entretiempo crucial por la osadía del DT y una actuación notable de Carrillo
Edición Impresa | 29 de Julio de 2024 | 04:35

Por MARTIN MENDINUETA
No pudo haber sido más grande la rotunda mutación que sufrió el partido de un tiempo a otro. Lo que era una pulseada pareja, con leve superioridad del huésped, se convirtió en paliza descomunal del anfitrión a partir de tres cambios tempraneros y una actuación sobresaliente de su gran figura y goleador, Guido Carrillo.
Estudiantes, legítimo triunfador por amplísimo margen, pagó con creces todas las cuentas que tenía pendiente y se regaló un resultado histórico como primer triunfo clásico en su nuevo estadio. Le faltaba una satisfacción de estos ribetes en UNO y la construyó a partir de un cambio drástico en su nivel de juego.
Inolvidable tarde de Guido Carrillo. Hizo dos golazos y fue la gran figura. Salió del campo ovacionado
El Rusito (siempre esencial como abanderado del carácter Pincha) abrió la puerta de ingreso a un lapso que será difícil de olvidar. Todo el segundo tiempo fue una fiesta para su gente. Y el cuarto gol, el de penal, donde Sosa venció a Morales como improvisado arquero, terminó de dibujar la inconfundible silueta de una goleada impactante.
Se mostró un poco mejor el lobo en el duelo de las precauciones
El partido se desarrolló en el capítulo inicial tal cual se imaginaba, con batallas individuales y pocos espacios, pero en ese contexto, verdadero mar de imprecisiones, se lo observó mejor adaptado al Lobo.
Estudiantes sólo fue capaz de generar un cabezazo con peligro de Gastón Benedetti. En cambio, Gimnasia supo adaptarse a las fricciones y tuvo, un disparo de Garayalde y dos cabezazos (uno de Cabral y otro de Abaldo) que le permitieron irse al descanso sintiendo que estaba bien perfilado para lo que restaba jugar.
“otro” León en escena generando sorpresa y alaridos de emoción
Cuando los hinchas todavía no habían asimilado que Mancuso, Luciano Giménez y Piatti habían ingresado por el trío Meza-Neves-Cetré, Ascacibar transformó en el primer festejo una pelota que encontró mansa y libre de cualquier molestia. Eso ya fue mucho, pero enseguida llegó el “martillazo” de cabeza del más destacado del campo para instalar con fuerza que el partido ya había definido a su dueño.
En medio del desborde emocional que nubló a Gimnasia, y que mostró sin reacción a su entrenador, a Carrillo se le ocurrió buscar el arco desde un ángulo no tan recomendable y la clavó contra el palo izquierdo.
El 3 a 0 hacía que la gente se pellizcara para constatar la veracidad de semejante resultado. Pero faltaba más...
Insfrán, que quedó tapado en el primer gol, impotente en el segundo y claramente en deuda en el tercero, tuvo la condenable ocurrencia de pisar innecesariamente a Piatti dejando a su equipo con diez y obsequiando el penal que engordó la chapa definitiva.
El festejo por la certera ejecución de Sosa se mezcló con la explosión por el pitazo final.
Estudiantes consiguió todo lo que quería y hasta un poco más también. Primer clásico ganado en UNO, diferencia notoria a su favor y un logro más del entrenador bicampeón que sigue acumulando satisfacciones en el ciclo que tutela.
Luego de un regreso a la competencia que venía sembrando dudas, lo de ayer serena y desparrama felicidad.
las quejas triperas apuntan a la gestión de la comisión directiva
Con tres derrotas consecutivas, una más cruel e hiriente que la otra, el presente duele y el futuro preocupa demasiado.
El ciclo de Méndez, que tan buena expectativa supo generar en su fase inicial, desbarranca por una sumatoria de factores donde el accionar dirigencial está en el centro de las críticas más duras.
Gimnasia debe rectificar urgente la tendencia que lo está golpeando. Con todavía un mes por delante en el mercado de pases, la exigencia por conseguir más y mejores refuerzos será difícil de sostener.
Pasó el clásico dejando estados de ánimo extremistas. Estudiantes saldó deudas y renovó ilusiones. Gimnasia quedó herido y sin atenuantes que alivianen la indignación popular.
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