Otro mercado de pases pobre y tardío que dejó a la dirigencia tripera en el ojo de la tormenta
Edición Impresa | 29 de Julio de 2024 | 04:21

¿Miradas de reojo a algunos jugadores? Sí, especialmente a aquellos futbolistas incorporados en enero de este año. Sin embargo, no es tema. ¿Cuestionamientos a Marcelo Méndez? No los hay. “Cuiden a Méndez, que es un técnico valioso” se escucha una y otra vez en los círculos albiazules. Así, todas las miradas críticas apuntan a la dirigencia y a una forma de gobernar sin tomar deudas que lejos está del uso y costumbre del fútbol argentino, donde el “pagadios” está a la orden del día sin consecuencias deportivas para los clubes deudores.
A la Comisión Directiva encabezada por Mariano Cowen se le terminó el tiempo de gracia de la “herencia recibida”. Así, ante el enorme caudal de deudas, el gobierno que asumió en diciembre de 2021 apeló a la economía de guerra: dejó ir a todos aquellos a los que no podía pagarale (Néstor Gorosito y su cuerpo técnico, Rodrigo Rey con una gran oferta de Independiente, Brahian Alemán, Ramón Sosa por quien Gimnasia no había pagado un peso) y apeló a los pibes con el cariño que Chirola Romero despierta en la gente como bandera. Salió mal. No fue descenso por el golazo de Colazo o por la mano salvadora de Nelson Insfrán en el final del desempate con Colón.
Pasó el temblor. Sin embargo, en el medio el Lobo se cebó con las transferencias (Tomás Muro, Ignacio Miramón, Alan Lescano) y armó un nuevo plantel con 10 incorporaciones en enero de este año. De ellos, solo Juan de Dios Pintado juega con continuidad. La otra apuesta de la Secretaría técnica ya está en Banfield, aunque el Lobo pudo salvar gran parte de la inversión.
Crítica a la dirigencia
Y cuando muchos hinchas esperaban que la llegada de un entrenador ambicioso como Méndez llevaría a la dirigencia a romper el chanchito, la realidad es que no hay tal chanchito. En realidad, Gimnasia sigue siendo un club endeudado, con déficit operativo mensual, que debe pagar deudas a exdirigentes con las ventas de jugadores y con una dirigencia que cree a rajatabla en su modo de conducir, con la libreta de gastos encima de la mesa, sin contraer deudas.
Gimnasia no hizo desaguisados en el mercado de pases. La venta de Felipe Sánchez es buena por un suplente que hoy no da garantías de su futuro, ni para bien ni para mal. Ahora, las lesiones de Morales, Colazo y Abaldo más la expulsión de Cabral desnudaron el armado de un plantel que ayer entre 23 jugadores tuvo cuatro posibles laterales izquierdos pero ningún reemplazo para Rodrigo Castillo. La frustrada llegada del nigeriano Cristian Ebere sumó cuestionamientos (“¿no averiguaron antes si estaba lesionado?”, el reclamo habitual) y hoy no aparece en el horizonte tripero ningún nombre rutilante. Y la gente se enoja cada vez más.
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