Arrancó la Cumbre del Clima en el Amazonas

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En la ciudad Belém, la capital de la Amazonia brasileña, comenzó ayer una nueva cumbre del clima, la COP30, el mayor encuentro ambiental del mundo, del que participan unos 50.000 delegados, líderes políticos, científicos y activistas de los diversos países. Su meta: recuperar la confianza y la cooperación global en un momento crítico para el planeta.

El anfitrión del encuentro, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, eligió este escenario natural para enviar un mensaje potente. “Queremos que el mundo vea la situación real de los bosques y de nuestra gente”, dijo al inaugurar el evento. La apuesta brasileña es clara: acercar las decisiones políticas a la realidad de una región que sufre la deforestación, la minería ilegal y los efectos extremos del clima.

La logística no fue sencilla. Con infraestructura limitada, la ciudad amazónica enfrentó semanas de tensión para recibir a las delegaciones internacionales. Pese a los retrasos, la organización logró poner en marcha un evento que simboliza la conexión entre política climática y territorio.

Las discusiones de esta COP se centrarán en acelerar la transición energética, definir cómo financiar la adaptación de los países más vulnerables y revisar los compromisos del Acuerdo de París. Lula presentó una hoja de ruta para reducir la dependencia del petróleo, mientras los países más pobres exigen que las naciones industrializadas asuman mayor responsabilidad en el financiamiento verde.

En ese contexto, el secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió que el umbral de 1,5°C de aumento de la temperatura global “será inevitablemente superado”, aunque pidió que ese exceso “sea lo más breve posible”. Y es que los expertos alertan que las emisiones deben caer a la mitad antes de 2030 para evitar consecuencias irreversibles.

Por primera vez, Estados Unidos no participa oficialmente en la cumbre, lo que añade incertidumbre a las negociaciones. Sin embargo, la presencia de líderes europeos, africanos y latinoamericanos refuerza la expectativa de acuerdos concretos.

También la posición de Argentina genera incertidumbre, dado que el presidente Javier Milei, crítico de los organismos internacionales y las políticas climáticas globales, decidió no asistir aunque envió una delegación técnica de la Cancillería. Según fuentes oficiales, el Gobierno busca “mantener una postura pragmática”, centrada en promover inversiones privadas en energía y minería, sin comprometerse con nuevos fondos internacionales de mitigación.

 

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