Del sueño de tener su 15º hijo a los 65, a una pelea que cruzó los límites
Edición Impresa | 6 de Noviembre de 2025 | 01:16
MaryBeth Lewis, madre de 13 hijos y abuela, decidió a los 65 años “cerrar” una tanda de embriones que, con su pareja, había conservado tras ciclos de fecundación in vitro (FIV). Su médico le había desaconsejado otro embarazo por riesgo vital, y su marido, Bob, se oponía a seguir agrandando la familia. Ella, católica practicante, decía no poder destruir embriones. Optó por una gestante.
Para habilitar la subrogación en el estado de Nueva York, se necesitaban firmas de ambos cónyuges. Lewis imitó la rúbrica de Bob, hizo certificar el contrato y avanzó: la clínica transfirió dos embriones a una mujer del condado rural de Steuben. El tratamiento prendió y venían gemelos.
Con el embarazo avanzado, Lewis buscó una orden de filiación (el pase legal de los bebés de la gestante a los padres intencionales). En una audiencia por Zoom, se hizo pasar por su marido con una segunda conexión sin cámara. El juez Chauncey Watches, desconfiado por la edad de los “padres” (65 y 67), ordenó un estudio de hogar. Igual firmó la filiación. Pero a los pocos días, y tras el llamado del verdadero Bob —que se había enterado al abrir el correo—, el tribunal dejó sin efecto la orden.
Objeciones
El Departamento de Servicios Sociales planteó entonces que los bebés no tenían padres legales: donantes sin derechos, gestante que no quería criarlos y una orden anulada. Al nacer, los gemelos quedaron en acogimiento familiar. Paralelamente, la fiscalía imputó a Lewis 30 delitos (falsificación, perjurio y un “intento de secuestro” atado a la maniobra para quedarse con los niños). Le ofrecieron acuerdos: culpabilidad reducida, hasta seis meses de cárcel y renuncia a los gemelos. Ella se negó.
La trama dividió a la familia: las hijas mayores, cansadas de cubrir cuidados durante años, cuestionaron a su madre; luego algunas la apoyaron en la pelea por la tenencia. Bob, primero denunciante, más tarde dijo que aceptaría que los chicos vivieran con el matrimonio para “mantener unida” a la familia. La gestante, por su parte, también avaló que los bebés fueran con los Lewis.
Con nuevos abogados, Lewis logró un giro procesal: el juez Watches se apartó y el juez Matthew McCarthy reconoció en octubre la filiación de MaryBeth y Bob sobre “Bebé A Lewis” y “Bebé B Lewis”, ordenando su custodia a la pareja. No obstante, el abogado designado para los menores obtuvo una suspensión provisoria en apelación, que demoró la “reunificación”. Los gemelos —ya de casi dos años— seguían con la familia de acogimiento a la espera de definiciones.
Mientras tanto, la causa penal contra Lewis continuaba y sus defensores negociaban evitar prisión. Ella, que perdió el trabajo, quedó endeudada y con prohibición de ingresar a la escuela de sus hijos, insiste en su motivación: “No destruí embriones; los traje a la vida”. Para Fiscalía y servicios sociales, en cambio, se cruzó una línea roja: “No se puede cometer fraude para crear vida y luego quedarse con el resultado”.
Lewis perdió el trabajo, quedó endeudada y no la dejaron entrar a la escuela de los hijos
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