La delincuencia ya “se hace cargo” de las calles de la Región
Edición Impresa | 17 de Febrero de 2025 | 01:12

El absoluto descontrol de la violencia delictiva en la Región obliga a ocuparse nuevamente de este tema. La muerte de un enfermero cuando se dirigía a su trabajo, atacado en la zona de 10 y 63 por dos motochorros que lo asesinaron de un balazo en la espalda, conmovió y llenó de indignación a los platenses.
El episodio que costó la vida de un trabajador apreciado, de 40 años de edad, jefe de familia y padre de tres pequeños, no fue un caso aislado. Por el contrario, forma parte de una extensa galería de homicidios, robos a domicilios, asaltos callejeros y muchos otros delitos que hoy lastiman la vida de nuestra zona.
Los motochorros y la rica jungla delictiva se encuentran ya como naturalizados por una población que, pese a todo, no baja los brazos y está exigiendo a viva voz una reacción por parte de las autoridades de los tres poderes de la Provincia.
Hay muchos asaltantes armados que “patrullan” las calles de la Ciudad y que están a la caza ocasional de víctimas. Lo hacen en motos y viajan en parejas. O se movilizan en automóviles. Están al acecho, dispuestos al próximo asalto. Muchos delincuentes son de la zona y en los vecindarios no dejan de señalar quiénes son. Hay también ladrones que vienen desde otros distritos.
En las numerosas reuniones que mantienen con autoridades por el tema de la seguridad, los vecinos ofrecen valiosos testimonios acerca de dónde paran los ladrones, dónde se reparte droga, quiénes montan en motos y salen de cacerías. No queda claro si estas referencias son aprovechadas por la Policía. Las numerosas usurpaciones de tierras agravan todo.
Sigue también funcionando a pleno la puerta giratoria, el vale todo para quienes están fuera de la ley. Los menores matan, roban, asaltan y cuando llegan a ser detenidos, a los pocos instantes la ley vigente ordena que los devuelvan a la calle. Ni siquiera se conoce ya quiénes fueron los legisladores que, en su momento, alegremente, votaron leyes penales tan favorables a los criminales y tan negativas para las víctimas.
Ya no es posible que traten de explicarles sus exóticas doctrinas a enfermeros, a muchachas jóvenes, a jubilados, a deliveries, a choferes de micros, a médicos, a profesionales y a comerciantes que fueron asaltados. No es posible porque algunos de ellos fueron muertos a balazos.
Tampoco es aconsejable que esos legisladores procuren hablar con la población que ahora decidió armarse, después de haber rodeado sus casas de rejas, cámaras de seguridad, alambres de púa y alarmas vecinales o particulares. En algunos hogares, se sabe, hay familias que viven en una suerte de prisión domiciliaria. Es casi seguro que esa gente no quiera perder tiempo en escuchar a los responsables de tantos despropósitos.
No se trata de bregar por la mano dura, el gatillo fácil o la justicia por mano propia. Sí en cambio, de exigirle a las autoridades responsables que se ocupen de darle seguridad a la población, que la Policía patrulle las calles, que los delincuentes sean juzgados a través de fallos que se ajusten a la gravedad de los delitos y que luego, sin más, los envíen a las cárceles. No como ahora que son dueños de las calles.
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