El Bosque estalló contra el árbitro
Edición Impresa | 11 de Marzo de 2025 | 03:09

Como en una olla a presión, los hinchas triperos fueron levantando temperatura casi minuto a minuto contra Nicolás Ramírez. En el primer tiempo, algunas divididas dejaron dudas. Pero lo peor de la noche llegaría en el complemento, con el campo de juego como un plano inclinado para alejar el peligro del arco de Ignacio Arce.
En este fútbol nuestro de cada día, sospechado desde Primera División hasta el Regional Amateur, se dice en broma que los grandes del fútbol argentino dejaron de ser River y Boca. Ahora, Barracas Central de Chiqui Tapia, Deportivo Riestra (impulsado por el controvertido abogado Víctor Stinfale y su bebida energizante) y Central Córdoba de Santiago del Estero bajo el ala de Toviggino cambiaron el juego de fuerzas de la Primera División. Así llegaron a la máxima categoría. Así, pueden (¿o deben?) llegar a las competencias internacionales, a la que los santiagueños ya accedieron.
Riestra basa su juego en la segunda pelota, alguna pierna al límite, un gran despliegue físico y -en ventaja- hacer todo el tiempo posible. Anoche, Ramírez fue funcional a las necesidades de la visita, casi un eslabón más en la estructura defensiva del Malevo. Con nueve variantes y el partido varias veces detenido, apenas dio 6 minutos de adicional.
Para peor, cobró un penal tremendo, no por la mano de Suso que existió, sino por el visible foul de Alexander Díaz a Pedro Silva que Ramírez no advirtió y el VAR, (a cargo del tristemente célebre Diego Ceballos) eligió no ver. La mala ejecución de Herrera, la atajada de Insfrán y el empate de Murillo contra su valla fueron tiros para el lado de la justicia, porque aunque Dios no quiera cosas chanchas, en el fútbol argentino las hay.
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