Francisco ya descansa en su última morada

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El papa Francisco fue enterrado en la basílica de Santa María la Mayor de Roma, tras un multitudinario adiós al pontífice venido del “fin del mundo” que puso a los desfavorecidos en el corazón de la Iglesia católica.

Su entierro, el primero de un Papa fuera de los muros del Vaticano desde León XIII en 1903, pone fin a 12 años de un pontificado marcado por la defensa de los migrantes, el medio ambiente y la justicia social.

“Vino a hacer una revolución en la Iglesia católica”, aseguró Gabriela Bracamonte, que viajó desde Argentina para la canonización suspendida de Carlo Acutis, el primer santo milenial. “Era un santo en vida”, agregó.

Su inhumación se celebró en cambio en la intimidad, en presencia de familiares del primer papa latinoamericano.

Su tumba es fiel a la imagen de sencillez que se labró: de mármol procedente de la zona del norte de Italia de donde era originaria su familia y con “Franciscus” como única inscripción. El público podrá visitarla a partir de hoy.

ASSANGE, PRESENTE

El fervor popular por el jesuita argentino llevó a que muchos fieles llegaran de madrugada para asegurarse un buen puesto en el funeral.

Entre el público también se encontraba el australiano Julian Assange, fundador de WikiLeaks, acompañado de su familia para expresar su “gratitud” por el “apoyo del Papa durante su persecución”, según su mujer, Stella.

OTROS HOMENAJES

Los homenajes también se produjeron en otros lugares del mundo como en Tailandia y su Argentina natal, que nunca pisó como Papa. Su última morada quedará además a 11.000 km de su barrio natal de Flores.

Jorge Mario Bergoglio era cardenal y arzobispo de Buenos Aires, cuando el 13 de marzo de 2013 fue elegido sumo pontífice. Su nombre papal lo escogió en homenaje a San Francisco de Asís, el santo de los pobres.

El 266º pontífice trajo un estilo austero: decidió vivir en un sobrio apartamento en lugar del lujoso Palacio Apostólico, e invitar a su mesa a personas sin hogar y presos.

“Era un pastor sencillo y muy querido en su archidiócesis, que viajaba por todas partes, incluso en metro y autobús (...) porque se sentía uno más del pueblo”, reza el Rogito, un obituario oficial que repasa su vida.

Este se depositó dentro de su ataúd de madera y zinc. Sus zapatos negros y su inseparable rosario también lo acompañan para la eternidad.

 

Papa Francisco

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