Drama político y familiar: así es “Las maldiciones”, la nueva miniserie de Netflix
Edición Impresa | 19 de Septiembre de 2025 | 02:52

Vanesa Odino
vodino@eldia.com
“Las maldiciones”, la miniserie basada en la novela homónima de Claudia Piñeiro, llegó a Netflix. En tres episodios, la producción adaptada y dirigida por Daniel Burman, y protagonizada por Leo Sbaraglia, Gustavo Bassani, Alejandra Flechner, y gran elenco, relata un truculento entramado familiar que desata secretos del pasado cuando la hija del gobernador es secuestrada por su hombre de confianza mientras se vota la sanción de una ley crucial de explotación del litio. A medida que la trama de este thriller va avanzando, se revelan las motivaciones del secuestrador, y un secreto que desnuda la verdadera naturaleza del poder, los límites del amor y las maldiciones de la filiación.
Previo a su llegada a la plataforma, EL DIA dialogó con Burman sobre el trabajo de adaptar esta novela política tan atrapante y encontrarle un giro que profundiza en un intrincado drama familiar. “Cuando me proponen la novela y veo que es un universo tan complejo y tan amplio y con personajes con tantos dilemas morales... es muy difícil cuando se hace una adaptación, digamos, elegir el territorio, elegir la geografía, como elegir el mundo dentro de un universo y acá claramente había toda reflexión y una línea narrativa sobre el tema de la filiación y de quiénes son los hijos que me pareció muy atrapante y una construcción de personajes y un triángulo que no quiero develar, que me pareció muy atractivo. Sobre ese eje, de los múltiples ejes posibles, me apoyé para construir estas maldiciones”, relató el director sobre los inicios de este proyecto.
“Es muy curioso lo que pasa con la novela porque en su momento, seguramente fue un espejo de un contexto político y hoy es de otro, y realmente en mi caso yo no tuve una inspiración respecto a un momento particular de la historia política argentina, porque lo interesante es que la serie se centra en la encrucijada, en el encuentro entre los dramas públicos y políticos y los dramas familiares, que lejos de ser dos universos o compartimentos estancos, son dos partes de la misma moneda y uno es reflejo del otro”, agregó Daniel, quien explicó que su adaptación de “Las maldiciones” radicó justamente en explorar este universo interno de conflictos de filiación. “Me parece que hay una reflexión respecto a las construcciones psicopatológicas, familiares y vinculares de quienes manejan los destinos de la patria e inevitablemente reflejan en nuestras vidas a través de cómo manejan la cosa pública, y eso excede absolutamente gobiernos y partidos. Tiene que ver con la naturaleza humana”, destacó el cineasta detrás de éxitos como “El rey del Once” y “Dos hermanos”.
Para la creación de esta producción, Burman partió de una novela sólida y atractiva, en donde los dilemas irresueltos resonaban a la medida en que se iba metiendo en ese universo. “Quiero destacar la extraordinaria generosidad de Claudia Piñeiro, que puso a disposición un universo tan complejo y tan maravilloso para poder adaptarlo con total libertad”, remarcó el director, quien afirmó que sintió que lograron hacerle honor a la novela y su complejidad.
Una compleja entramada familiar
Algo destacable de esta miniserie es el gran ritmo que maneja, especialmente para relatar en un tiempo reducido las cuestiones de poder intrincadas que subyacen en una familia que busca ascender. “Detrás de todos esos personajes, hay personas con muchas aristas y complejidades”, contó Daniel Burman, quien reconoció el trabajo actoral de excelencia para que pueda salir a la luz lo más atractivo de los personajes.
En este sentido, el director reconoció que debido a que contaban con un guión en donde todo estaba contado milimetricamente, el proceso de casting fue arduo y extenso: “Fue bastante complejo porque la exigencia de dramaturgia y de dirección que tenía el guión era altísima y tanto Gustavo Bassani, que ya hemos trabajado juntos, como Alejandra Flechner que había trabajado en mi película, Leo Sbaraglia y todo el elenco fueron tomados para entrar como piezas perfectas y hacer cada personaje propio, porque algunos incluso tienen muy pocos minutos, pero en eso tienen que construir un personaje de como 1000 aristas. Fue el desafío más grande”, reconoció.
“Trabajo con actores con tanta experiencia y tan inteligentes que finalmente tienen mucho conocimiento de dramaturgia por todo lo que han recorrido, y eso enriquece y suma, pero fue un guión bastante estricto que llevó mucho trabajo y es una pieza de ingeniería narrativa que no podemos explicar algo y en el medio del rodaje cambiarlo pensando que es mejor”, sumó sobre esta complejidad de las bases.
Esta búsqueda perfecta del elenco también influyó en el ritmo de la serie, que fue trabajado al detalle entre Burman y Martín Hodara, codirector de la miniserie. “Con él supimos que eran tres episodios y Netflix estuvo inmediatamente de acuerdo, lo vio como nosotros y eran los tres actos, los tres momentos, los tres géneros, las tres estéticas que se presentan, o sea, fue como algo que surgió muy naturalmente de la lectura de la novela”, reveló Daniel sobre la decisión que tomó desde el momento en que empezó a adaptar el libro junto a su equipo.
“En las actuaciones hay como una economía de tiempos muy grandes, lo mínimamente gestual, corporal, la distancia de los cuerpos, dónde se sientan los personajes, todo cuenta muchísimo siempre, pero como tenés tan poco tiempo, tenés el desafío de contarlo de esta manera como un trabajo muy al milímetro porque tenés que usar del tiempo que tenés en pantalla y los recursos”, señaló.
Un cambio de locación
A diferencia de la novela de Piñeiro, “Las maldiciones” de Burman se trasladan de la provincia de Buenos Aires al norte argentino. El director tuvo en mente este traslado estratégico para correrse un poco de la coyuntura política y sumar un agente clave para la trama: el paisaje árido y complejo de Jujuy.
“Si bien la novela ocurría en otro entorno como la provincia de Buenos Aires, el no bajarla a algo muy coyuntural era interesante. El norte argentino, con su tierra y naturaleza se hizo parte de la trama, fue un elemento importante en el thriller mismo (…) el viento, el frío, la altura, todo eso condiciona el hacer, pero también se proyecta dentro de la pantalla de una manera fulminante, generando un contrapunto con el mundo privado, oscuro, de las casas y de las intimidades. Me pareció muy interesante marcar esa diferencia”, remarcó el director.
Esta decisión también implicó un desafío enorme: “Ahí uno puede querer comerse el día y te levantás y la altura te impide moverte, el frío, el sol, el viento, pero hay algo justamente de ese entorno que te determina el hacer y lo hace un desafío atractivo, que me parece que rinde, que vale la pena”, cerró.
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