El fenómeno de "isla de calor" en La Plata: edificios, déficit de árboles y qué pasa en la calle 138

La Plata, reconocida por su planificación urbana, enfrenta hoy un desafío ambiental urgente: el fenómeno de la “isla de calor urbana”. Según investigaciones de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), el progresivo reemplazo de superficies naturales por asfalto, edificios y veredas ha elevado las temperaturas en la ciudad entre 5 y 10 °C por encima de las zonas menos urbanizadas.

Este fenómeno está vinculado directamente al crecimiento de la mancha urbana y a las propiedades térmicas de los materiales usados en su construcción. Calles, techos y veredas absorben calor durante el día y lo liberan lentamente por la noche, dificultando la recuperación térmica nocturna.

Las consecuencias son múltiples: aumento del consumo energético para climatización, mayor estrés térmico en la población, y un deterioro medioambiental sostenido.

El rol decisivo de la teledetección

Los científicos de la UNLP utilizaron imágenes satelitales para analizar variaciones térmicas entre áreas urbanas y rurales en el partido de La Plata. Estos datos permitieron visualizar con precisión cómo y dónde se intensifica el calor, y cómo se acentúa con la creciente expansión urbana.

Los resultados obtenidos en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación en el Instituto de Investigaciones y Humanidades y Ciencias Sociales, ponen en relieve un patrón diferenciado entre el sector norte y el sur del partido, dividido por la calle 138.

En el norte, las localidades de Gonnet, Gorina, City Bell, Villa Elisa y Arturo Seguí muestran características de ciudades compactas en torno a centros comerciales, con veredas angostas y escaso arbolado. En contraste, las áreas barriales mantienen rasgos de quintas con jardines y arbolado.

El sur, en cambio, refleja alternancias marcadas: presencia de cavas y canteras, urbanizaciones cerradas y explotaciones hortícolas bajo cubierta, lo que determina variaciones térmicas y de vegetación más acentuadas.

Desde 2001 hasta 2020, el crecimiento desordenado de la ciudad hizo que la isla de calor se expanda claramente, consolidando un patrón de ciudad difusa que demanda una respuesta urgente desde la planificación ambiental.

¿Qué proponen los especialistas?

 

Incorporar espacios verdes estratégicamente: arbolado urbano, parques, techos y paredes verdes para mitigar la acumulación térmica; usar materiales más fríos: pavimentos con mayor reflectividad (albedo), techos claros o vegetados que reduzcan la absorción de calor; revisar y rediseñar la expansión urbana: priorizar compactación, infraestructura verde y planificación territorial que incluya aspectos climáticos.

Ante la creciente urbanización, el fenómeno se acentúa año tras año. La ciudad “arde en silencio”, advierten los investigadores, mientras que los barrios más densamente construidos se convierten en microclimas adversos para quienes viven allí.

El desafío para La Plata es claro: sin estrategias integrales de mitigación, la calidad de vida, el consumo energético y la salud de su población están en riesgo. La planificación urbana sostenible ya no es una opción, es una necesidad.

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