Noche eterna: el Monumental fue un teatro de despedida
Edición Impresa | 5 de Septiembre de 2025 | 03:37

El partido de ayer no fue uno más de la Selección Argentina por eliminatorias, sino que marcó a fuego el final de una era, el último partido de Lionel Andrés Messi con la camiseta albiceleste en la tierra de gauchos.
El último silbatazo aún retumbaba en las tribunas, la decisión no fue solo el fin del partido, sino que el fin de varias cosas. El tiempo se detuvo, nadie quería retirarse del estadio, era la última presentación de la Pulga con Argentina en suelo propio.
Si bien no fue el último partido con el seleccionado, si vivió como tal. Ya en la previa al encuentro el fantasma de la despedida deambuló por lso distintos puntos del país, en donde sus propios compañeros entre risas y lagrimas sostuvieron que no estaban preparados para este momento. Al igual que Scaloni que se emocionó al responder en conferencia de prensa sobre esta situación.
Con un Estadio repleto y con más de cien mil almas que tiraban todas para el mismo lado, a pesar de una jorrada casi nepal por las bajas temperaturas, las banderas albicelestes flameaban como nunca, algunas con la 10 estampada, otras con la cara que ya forma parte del escudo emocional del país. Familias enteras, generaciones distintas, lloraban al unísono. No importaba el resultado, ni el rival: la verdadera noticia estaba en la cancha.
Toda la atención se puso sobre el campo de juego cuando el equipo salió a la cancha, en el mismo tiempo que un rugido ensordecedor fue la música de bienvenida, aunque marcaba una despedida.
El astro argentino ingresó a la cancha con la cinta de capitán en el brazo. Y fue en ese preciso momento que un mar de aplausos lo recibió como si fuera el primer día. Aunque era el último en el suelo que lo vio nacer.
En cada toque una lagrima caía, en cada gambeta un suspiro se hacía oír, mientras que en ese cumulo el público se levantaba y disfrutaba. Además, la gente cantaba y coreaba su nombre con la misma fuerza que hace más de quince años, aunque esta vez con un dejo de nostalgia.
Por momentos, la transmisión televisiva captaba a algunos encapuchados a los que se les piantaba un lagrimón y la se misma se dejaba ver, aunque otros intentaban ocultarla, un sentimiento indisimulable.
El final fue de película: Messi recorrió sectores del campo de juego, aplaudió a la gente y levantó los brazos como tantas veces. La diferencia es que esta vez el aplauso era de despedida.
Además de la emoción del “Diez” y la fanaticada albiceleste, el resto de los futbolistas y cuerpo técnico acompañaron a la Pulga en su última función. Y aunque ya no esté en condición de local, cada hincha que estuvo en esa noche sabrá que presenció mucho más que un partido: fue el último baile de un artista irrepetible.
El subte extendió su servicio
Debido a la gran masa de hinchas que estuvieron presentes en el Estadio de Núñez, el Subte optó por extender los servicios de la línea D hasta las 0.00, para facilitar el regreso de los espectadores a sus respectivos hogares.
El estadio completo coreó el nombre del “diez” desde el inicio, hasta el final del encuentro
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