Artistas y vecinos, codo a codo para preservar murales

"El que sabe de arte público es el vecino. El graffiti es arte individual, en cambio, el mural deja de pertenecer al autor y se convierte en propiedad de todos". Así define al muralismo, una corriente artística que en los últimos años ha ganado a la Ciudad, Saúl Guamán Terán, quien ya acumula más de veinte obras donadas a distintas instituciones platenses. La última que plasmó, junto a Leandro Brunetto, es la que engalana la fachada de la facultad de Trabajo Social, en 9 y 63, y su proceso es la mejor muestra de la idea que manifiesta sobre la disciplina. "Debió ser restaurada tres veces, porque la arruinaban con pintadas o afiches. Se involucraron entonces los vecinos del lugar, quienes a la par de alumnos y docentes la limpiaron una y otra vez, y hasta donaron pintura", cuenta el ex alumno de Bellas Artes.

Así, convencidos de que "lo más importante es la participación de la gente, porque de ese modo se va apropiando de la obra", los artistas valoran especialmente el trabajo con chicos. Han pasado por el jardín de infantes 953 de Hernández, por el del ministerio de Infraestructura de la Provincia -donde el mural, de 140 metros, ya fue víctima del vandalismo- y han organizado varios talleres de arte público con niños.

Ahora van por más. Paola Ovejero, maestra de 1° grado en la Escuela N° 20 de Berisso, un establecimiento rural ubicado en el paraje La Hermosura -Ruta 11, kilómetro 13-, explicó que "los sábados trabajo en el proyecto patios abiertos, y le propuse a los chicos pintar un mural en uno de los paredones del colegio". "Para nosotros es muy importante esta posibilidad de que puedan expresarse, embellecer la escuela, y ver plasmada una obra que surgirá íntegramente de sus ideas", resaltó la docente.

En el jardín de infantes de Hernández "participaron los chiquitos, las maestras y los vecinos del barrio. Fue una experiencia muy rica, porque la mayoría son del interior o de países limítrofes, por lo que hicieron un aporte desde sus culturas", relata Guamán, y enfatiza que en ese centro educativo "se incentiva mucho el tema artístico entre los niños, que incluso llegaron a ponerle nombre a los personajes de la obra".

"En cada mural (más allá de los alumnos o vecinos) colaboran distintos artistas", comenta Saúl, quien, como se dijo, comparte la labor con Leandro Brunetto, un artista que "no puede reconocer los colores, de manera que trabaja con una tabla de grises que le indica las equivalencias", destaca.

EL MURAL DE LOS VECINOS

En la obra de Trabajo Social contaron con la participación de pueblos originarios que los asesoraron sobre los significados de los colores y de su asociación. Pero el gran logro fue que "a pesar de que tuvimos que reiniciarla tres veces, a raíz de que distintas agrupaciones políticas la arruinaron con aerosoles y afiches, siempre colaboraron los vecinos, limpiando, donando materiales. Se apropiaron del mural, como debe ser", apuntó Guamán.