El tomate platense vuelve a salir a escena con su tradicional fiesta

Los quinteros ya se preparan para la celebración anual de un producto típico de nuestra Región

LA TRADICIÓN DEL TOMATE PLATENSE VUELVE A LOS HORNOS

Con un origen que se remonta a los años ‘30, posteriores tiempos de esplendor, una durísima caída que lo puso en ‘riesgo de extinción’ hacia los ‘80 y ‘90, y una lenta pero sostenida recuperación desde 1999 de la mano de profesionales y alumnos de la facultad de Agronomía, el tomate platense protagonizará el próximo sábado su décimo primera fiesta consecutiva en un predio de Los Hornos.

El tomate con sabor a tomate, como lo definen quienes lo producen y aquellos que lo consumen y no lo cambian “por nada del mundo” por el industrializado, volverá a tener su día en la Estación Experimental Julio Hirschhorn que posee la unidad académica de 60 y 119 en 66 y 167. De 10 a 20, habrá una muestra viva, un almacén de campo, espectáculos. Pero en el centro de la escena estará el fruto de un trabajo de generaciones, que desde fines de los ‘90 pelea por recuperar un lugar fuerte en el mercado hortícola de la Región.

“El tema a resolver hoy es la logística y la comercialización”, explicó el especialista Juan José Garat

“El tema a resolver hoy es la logística y la comercialización”, dijo ayer a este diario el secretario de Extensión de la facultad de Agronomía, Juan José Garat, quien explicó que “el tomate platense es trabajado por productores chicos, forma parte del campo de la agricultura familiar, que cuenta con pocos medios”, afirmó.

Algunos ni siquiera tienen vehículo, de manera que su venta queda atada a lo que puedan comercializar en su propia quinta. Pocos son los que se manejan con verdulerías. Y están los que lograron armar una pequeña “cartera” de clientes fijos y fieles. En otras palabras, el tomate autóctono genera fidelidad entre aquellos que lo consumen, pero a los productores se les hace cuesta arriba entrar en un circuito de comercialización masiva.

En esa etapa del proyecto se encuentra hoy la facultad, que, como se dijo, fue la punta de lanza para recuperar gran parte de la producción desde el año ‘99.

El trabajo se llevó a cabo casa por casa. En aquel entonces un grupo de agrónomos y estudiantes comenzó a recorrer quintas, y se topó con pequeños productores que recordaban el tomate porque lo habían plantado sus padres o abuelos, y al ritmo de comentarios tales como “Fulano tenía buena semilla” y “Mengano producía en tal lugar”, al cabo del primer año de labor el proyecto logró reunir 8 productores de tomate platense, rememora Garat.

Ese fruto “poco uniforme, rústico, pero sabroso y jugoso como ninguno”, que se planta en un 98 por ciento a campo abierto y, por tanto, está a merced de las inclemencias del tiempo, comenzó a revivir en el marco de una tendencia mundial por la vuelta a los productos locales.

Las modalidades de industrialización masivas, homogéneas y universales comenzaron a ser cuestionadas por una creciente revalorización de la gente por lo típico, lo propio, tanto en Europa como en Sudamérica. “El tomate redondito y uniforme, así como su gusto, era el mismo en Francia y en Argentina”, acota el ingeniero agrónomo platense.

Con la asistencia técnica de la facultad, en los últimos años se afianzó el Grupo de Productores de Tomate Platense conformado actualmente por 10 quinteros del cinturón verde de la Ciudad. Son los que con esfuerzo y perseverancia reposicionaron el producto, y con sus necesidades a cuestas incluidas ya van por la 11° edición de una fiesta que año tras año reúne a una multitud en el predio de Los Hornos.

Otra decena de familias productoras, que se maneja por afuera del nucleamiento, completa un mapa que hoy nace en Los Talas (Berisso) y se extiende hasta Berazategui. El promedio de producción por quintero es de unas 3 mil plantas, que hunden sus raíces en las aproximadamente 4 hectáreas que se destinan -en total- al tomate.

Diez
Son los integrantes del Grupo de Productores de Tomate Platense que organiza la fiesta de Los Hornos junto con Agronomía. Otra decena, que trabaja por afuera de esa organización, completa un mapa de casi 4 hectáreas sembradas.

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