Los “santos” vienen marchando
Edición Impresa | 30 de Octubre de 2017 | 03:38

Por WALTER EPISCOPO
sensaciones
Y la tercera fue la vencida. Después de dos derrotas de local, por fin el Lobo pudo ganar con su gente. Que llegó al Bosque sin disfrutar de la sobremesa dominguera; ó directamente parando en algún puestito a comer un chory, un paty o una bondiola. Domingo caluroso. Pesado. Pero con unas ganas tremendas de ver despegar de una vez por todas a Soso y sus muchachos.
El hincha quería ganar. Le pedía a todos los “santos” volver a festejar en su casa. Y los “santos” le respondieron. Los tres Nicolás (Dibble, Mazzola y Colazo) y Lorenzo (Faravelli), obligaron al grito sagrado. A ese abrazo en la tribuna con el de al lado, con el grupito de amigos. Con el hijo. Con el padre. En fin, con ese sentimiento que trasciende generaciones.
Había ansiedad en la previa. El defensor Mauricio Romero que pasaba por el vestuario a saludar a sus ex compañeros; también Nicolás Russo (ex ayudante de campo de Pedro Troglio). El abrazo de Gastón Díaz en el campo de juego con varios ex compañeros, durante la entrada en calor.
Maximiliano Kondratiuk estuvo junto a su hijo Santino y su novia Lorena, pasó por el vestuario y observó el encuentro en un sector de la Tribuna “Néstor Basile”, recibiendo el cariño de la gente.
DEL PEDIDO AL DISFRUTE
“Hoy hay que ganar Basurero, hoy hay que ganar” cantaba la gente a las 14:05 cuando arrancó el partido, y 5 minutos después explotaría el Bosque por primera vez en la tarde con el tempranero gol de Dibble. Desde los cuatros costados del “Juan Carmelo Zerillo” hubo aliento para los 40 minutos siguientes de esa etapa que dejarían dudas.
El complemento mostró un verdadero Lobo feroz, lejos, lo mejor en esta Superliga. Al minuto Mazzola hizo el segundo para que Jorge Chiramberro junto a su hijo Juan desde la ochava donde alguna vez estuvo la chimenea, se abrazaran como locos. Y minutos después el tercero, obra de Faravelli, que lo exteriorizó Soso, como el Ruso Dallarosa (jugador del Senior) con sus hijos Genaro y Emma; ó Diego Montani con Cachi Coacci y Juanjo Spinatto. La juvenil formación fortinera que puso en el campo el “canoso” De Felippe, estaba derrumbada en solo diez minutos.
Pero habría más. El cuarto de Colazo, para cerrar una tarde soñada para la familia Tosetti, y la primera vez en el Bosque de la pequeña Juana en brazos de sus padres, junto a su tía y su abuelo.
Sin dudas, al partido le sobraron ventipico de minutos. Por eso hubo tiempo para “óles”, y ovaciones para varios. Era un momento para disfrutar después de varios meses de no gritar una victoria en el Bosque. Aquella victoria con San Martín de San Juan el 20 de junio pasado quedaba lejana, y esta “nueva etapa” necesitaba de una alegría.
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