Un mandatario desafiante

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Atribulado por los cargos de corrupción en su contra y una popularidad en picada, el presidente Michel Temer dijo ayer, antes de conocerse la presentación de la Fiscalía General, que su gobierno no podía ser destituido y que Brasil no tenía “Plan B”.

Fueron los primeros comentarios que hace Temer desde que estuvo en Rusia y Noruega la semana pasada, visitas que estuvieron llenas de metidas de pata y malas noticias. “Nada nos destruirá. Ni a mí ni a mis ministros”, dijo Temer al promulgar una propuesta en Brasilia, capital del país.

El presidente también expresó que el Congreso debe seguir adelante con sus propuestas para reformar leyes laborales y el sistema de pensiones, medidas nada populares que tienen como fin reactivar la economía más grande de Latinoamérica. “No hay Plan B. Tenemos que seguir adelante”, indicó.

En tanto, los viajes de Temer a Rusia y Noruega terminaron resaltando los problemas del presidente y la deteriorada reputación de Brasil en el extranjero debido a un flujo constante de escándalos de corrupción en los últimos tres años. Pocas personas llegaron a la recepción de la embajada de Brasil en Moscú, ningún alto funcionario noruego recibió a Temer en el aeropuerto de Oslo y la primera ministra de Noruega, Erna Solberg, criticó a Temer en público sobre la colosal investigación conocida como “Lava Jato” que ha sacudido la política brasileña y podría terminar con Temer en la cárcel. (AP)

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