Un nuevo giro autoritario

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En los primeros 30 minutos de sesión la recién instalada Asamblea Constituyente de Venezuela sacudió las bases del Estado con su poder casi ilimitado, echó raíces duplicando el periodo para el que fue electa, reformó el órgano más crítico al Gobierno y enfiló sus municiones para buscar “justicia”.

Aún no se conocen los detalles de los resultados de la cuestionada elección de los miembros de la Cámara plenipotenciaria -sobre la que aún pesan señalamientos de fraude-, y ya los asambleístas han comenzado a cumplir sus más severos compromisos de campaña con los que prometieron la profundización de la Revolución Bolivariana.

En su primera sesión y por unanimidad los más de 500 representantes resolvieron que aunque fueron electos para funcionar por un año con facultades por encima de cualquier otro poder público, sería necesario extender su permanencia hasta dos años.

Esto convierte a esta en la Asamblea Nacional Constituyente más numerosa y prolongada que haya tenido el país caribeño.

Acto seguido, destituyeron a la fiscal general, Luisa Ortega Díaz, hasta ahora la más alta funcionaria en funciones adversa al Gobierno de Nicolás Maduro, y aprobaron la revisión de cada uno de los funcionarios que formaron parte de su administración, una decisión que podría frenar la embestida que ese despacho había iniciado contra los funcionarios gubernamentales.

La primera sesión de los constituyentes, todos afectos al oficialismo y bajo la batuta de ex miembros del gabinete de Maduro, supone una nueva relación de poder con los demás factores políticos del país, principalmente con la oposición a la que hasta hace una semana Maduro les pedía aceptar un diálogo.

 

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