Desahogo con un triunfo tan necesario como el aire
Edición Impresa | 25 de Octubre de 2018 | 03:43

Por MARTÍN CABRERA
mcabrera@eldia.com
En el fútbol siempre lo más importante es ganar. Sin la victoria de nada sirve el buen juego, los esquemas y los goles lindos. Cuando la mano viene torcida y la racha adversa empieza a llenar de nubarrones el presente, ganar todavía es más necesario. Por eso el grito en la platea tras el 1-0 a Newell’s, el abrazo de los jugadores dentro del campo, el festejo en la popular y la sonrisa del Chino Benítez. Estudiantes ganó y enterró un presente para olvido. Y le dio oxígeno a un futuro que empezaba a preocupar.
No jugó para nada bien el equipo de Benítez, que en el balance final tal vez ni haya merecido los tres puntos. Pero ganó y entonces nada importa. Al menos por unas horas, el Mundo Estudiantes estará feliz. Ya tendrá tiempo en la semana -o el año próximo- para mejorar de verdad.
Anoche, además, superó a un rival directo en la pelea por no descender en 2019/20. La Lepra es uno de los equipos que marchan por abajo y serán competidores. Por eso los tres puntos bien pueden valer seis en la proyección. Fue un triunfazo en lo numérico.
En buena parte del partido Estudiantes continuó su mal momento dentro del campo. El 4-4-2 tampoco funcionó, porque las individualidades están bajísimas y sin confianza, y porque no hay en cancha un jugador capaz de parar la pelota, frenarla y hacer correr al resto. Sin juego asociado, el equipo necesita del arrebato de un jugador, porque de lo contrario es la nada misma.
Y eso fue Estudiantes en los primeros 45 minutos, sufriendo demasiado los problemas de Iván Erquiaga en la izquierda, la poca continuidad de Lucas Rodríguez y el desconcierto de Fernando Zuqui, que jugó en una posición inentendible. ¿Lo hizo porque es el único que puede hacerse cargo de la pelota parada?
El Pincha tuvo dos situaciones, una en el principio y otra en el final. Las dos llegaron por centros desde la derecha. La primera tuvo como protagonista a Pancho Apaolaza, pero debió agacharse demasiado para conectar el balón. La otra opción, más clara, llegó con un cabezazo frontal de Noguera, que despejó Bittolo casi en la línea. Esa jugada fue toda del ex Santos, que robó, jugó para la derecha y luego cabeceó.
Del otro lado se encontró con un rival tan flojo como sí mismo. Pero aun así se animó a atacar, seguramente al ver a un oponente tan débil. La ruta de acceso la encontró por la izquierda de la defensa Pincha. Por ahí se volcaron Formica y Amoroso, siempre complicando a Erquiaga.
La chance más clara fue un cabezazo de Joel Amoroso, que ganó dentro del área y probó a Mariano Andújar. El “1” se arrojó y la despejó para su izquierda. Esa y algunos remates sin dirección fue lo realizado por los de Omar De Felippe, que con un 4-2-3-1 se fue sintiendo cómodo y fuerte. Y conforme con el empate parcial que se llevaba para Rosario.
En el segundo tiempo el Pincha se paró unos metros más adelante. Con Zuqui, Tití y Gómez intentó presionar en la salida rival para generar alguna jugada de peligro. Pero si bien se adelantó en el campo, no pudo generar peligro al arco de Alan Aguerre.
Hasta que a los 18 minutos se produjo una jugada clave en el partido: la expulsión de Braian Rivero, por doble amarilla. Entonces, 11 contra 10, más el inmediato ingreso de Gastón Fernández, Estudiantes empezó a arrinconar a Newell’s. Por eso no sorprendió que un gran pase profundo de Zuqui por derecha (de lo mejor del partido) encontrara en velocidad y lanzado a Facundo Sánchez, que tiró un centro preciso al segundo palo que terminó en la cabeza de Mariano Pavone, para el gol tan esperado.
Desde los 26 minutos hasta el final el partido se rompió. El local intentó tener la pelota, aprovechar el jugador de más y buscar alguna otra jugada para definir el partido. Esta vez entró bien la Gata y esa puede ser otra buena noticia que dejó el triunfo. Pero no pudo el equipo, salvo el grosero penal de Aguerre a Apaolaza que Pablo Echavarría ignoró, a pesar de estar en el lugar de los hechos.
Peor que eso: varias veces sufrió al portugués Leal o Amoroso en pelotazos frontales, que siempre encontraron mal parada a la defensa, sobre todo en el sector izquierdo. Por eso Benítez mandó a la cancha a Gastón Campi y adelantó al pibe Erquiaga. Si no hacía ese cambio tal vez perdía dos de los tres puntos. Y hubiese sido un golpe durísimo.
Sufrió, la pasó mal y Andújar volvió a demostrar que es uno de los pocos jugadores con jerarquía que tiene dentro del campo. Ganó Estudiantes y se sacó una mochila pesada. Desahogo y la mejor cara para barajar y dar de nuevo.
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