No se vaya, ahora viene lo mejor

Por EDUARDO TUCCI

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Por EDUARDO TUCCI
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La enorme expectativa y la tremenda ansiedad acumuladas durante tantos días se vieron recompensadas con un Superclásico que le mostró al mundo un partido frenético, eléctrico, con la incertidumbre sobre el resultado final hasta la última pelota. Que el empate le cayó mejor a River es cierto. Que pudo haber sido triunfo para cualquiera de los dos, también. Buena velocidad, la búsqueda permanente del arco rival más un ida y vuelta, que sólo en el primer tiempo generó siete situaciones claras de gol –incluyendo sesenta segundos de locura entre la apertura de Wanchope y el empate de Lucas Pratto--, fueron la muestra. Incluso la emoción se trasladó hasta los instantes finales con la atajada monumental de Armani que le tapó el tercero a Benedetto poniéndole el moño a una primera final que propuso lo mejor.

Estaba escrito que iba a ser histórica, única e irrepetible. La Superfinal tuvo de todo desde el vamos. Enredos, desprolijidades, sospechas y encima la lluvia que paralizó todo agregando el suspenso que le faltaba para imprimirle al acontecimiento su sello de excepcionalidad. Se movieron las fechas, se cambiaron los horarios, se prestó más atención al servicio meteorológico que a los esquemas de juego que se preparaban en ambos campamentos y para agregarle ingredientes el presidente introdujo el debate por el público visitante, los organismos de seguridad se desdijeron, la Conmebol hizo anuncios poco claros incluyendo la situación de Marcelo Gallardo a quien condenaron a permanecer “incomunicado” y lejos de la Bombonera.

Por suerte hubo fútbol, goles, recuperaciones heroicas, corridas fenomenales. Después de las chicanas, la lluvia y todo lo demás,

El mundo asistió de pie al primer duelo, al capítulo inicial de una historia que seguirá abierta dos semanas más. Habían chocado 246 veces hasta ahora. Desde el duelo fundacional de 1913, entre dos equipos de barrio hasta el último enfrentamiento en el marco de la Superliga, hubo finales en juego pero nunca con la magnitud de este que hizo estallar de pasión las tribunas y las calles.

Esto fue distinto a todo. El de ayer fue el primero de los dos partidos más importantes de la historia, en los que hay más dinero en juego y que como si todo fuera poco depositará a uno de los dos en la final del Mundial de clubes ante Real Madrid y quedará como el más trascendente a nivel continental. En 58 ediciones de la Copa Libertadores nunca hubo una final con tamaña rivalidad y tanto morbo en juego.

Que el resto del planeta también apuntó todos los reflectores sobre el estadio de Brandsen al 800 estuvo rápidamente confirmado cuando la gran pantalla global permitió detectar citas como las del diario inglés “Daily Mail” que, mientras boquenses y millonarios peleaban cada pelota como si fuera la última, aseguró: “Gallinas vs. Cerdos, Millonarios vs. Masas, River plate vs. Boca Juniors. El partido por el honor para ser el campeón de Sudamérica llevará esta rivalidad a otro nivel”. O “The Washington Post” jugando a las comparaciones y afirmando que “Celtics vs. Lakers, Barcelona vs. Real Madrid e Inglaterra vs. Escocia: Es todo esto metido en un partido, y aún así no le estaríamos haciendo justicia”.

Y no fueron los únicos casos, en Tunez y Australia también no ahorraron calificativos: “Es el más grande del planeta...Llevan el deporte a otro nivel” dijeron sobre la súper definición.

Volvamos aquí, a la escenografía de una fiesta inigualable. Cada gol fue una explosión dentro y fuera de la cancha. En cada rincón se vivió con una intensidad única. El Boca-River con ribetes de final del mundo cerró el primer capítulo de la mejor manera. Pero no se vaya, que ahora viene lo mejor...

 

 

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