Un vibrante empate que cayó mejor en River

Segundos después del empate en la Bombonera, Marcelo Gallardo se asomó por una ventana del Monumental para festejar con un grupo de hinchas que allí se quedó para estar junto a él, que por una sanción de la Conmebol no pudo acompañar al plantel. Puño cerrado, sonrisa y una canción anticipándose a la definición que tiene en vilo a buena parte del planeta. Unas cuadras más al Sur, Carlos Tevez les exigió a sus compañeros que levanten la cabeza antes de meterse en el túnel local de la cancha de Boca. Dos imágenes, dos semblantes y una postal de lo que significó el 2-2 en la primera final de la Copa Libertadores.

No quedan dudas que el empate le cayó mejor a River, que definirá en su cancha esta edición de la Libertadores. Pero más allá de lo numérico, dejó una mejor imagen de equipo, con mayor trabajo y variantes. En pocas palabras, ratificó dentro del campo lo que se estuvo viendo en los últimos años: que es más que Boca en lo colectivo. Será por eso que, aun con mesura, el hincha riverplatense se siente conforme con este resultado.

Fue la primera vez en este 2018 que el Xeneize no logró una diferencia de 2-0 en un partido de ida por Copa. Tampoco había jugado bien en la semifinal contra Palmeiras, pero cerró los 90 minutos dos goles arriba. Y de alguna manera lo mismo había ocurrido ante Cruzeiro. Pero ganó. Por eso este resultado de alguna manera le hace poner los pies sobre la tierra y los interrogantes lo harán esforzarse al máximo pensando en la revancha del sábado 24 en el Monumental.

Otra vez Marcelo Gallardo (con la ejecución de Matías Biscay en el campo) le ganó la pulseada táctica a Guillermo Barros Schelotto. Comenzar el partido con cinco defensores lo descolocó. De repente Sebastián Villa y Cristian Pavón se encontraron aislados y en el medio Pablo Pérez no pudo ni supo qué hacer. Le costó al local en los primeros 30 minutos, cuando Pity Martínez desniveló por los laterales, gracias a ganar el mediocampo por la superioridad numérica.

La salida -por lesión- de Pavón le terminó resolviendo varios problemas a Boca. Dejó la cancha e ingresó el Pipa Benedetto. Nández se recostó por la derecha y Leo Jara respiró, Darío Benedetto fue un “9” de área y Wanchope Ábila empezó a lastimar por la izquierda.

A los 33 minutos el ex Huracán se fabricó una jugada dentro del área, ganándoles a Martínez Quarta y Jonatan Maidana. El primer remate provocó el rebote de Franco Armani. En la segunda instancia lo fusiló. Gol.

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Explotó la Bombonera. Fue un gol soñado que pudo conducir a un nuevo partido. Pero en la siguiente jugada falló el mediocampo de Boca, perdió la marca Carlos Izquierdoz y Lucas Pratto pisó el área por la derecha. Remató fuerte, preciso y cruzado. Gol y un empate más acorde a lo sucedido.

Los últimos minutos finales del primer tiempo mostraron a dos equipos conformes y mirando de reojo el descanso. Hasta que un tiro libre frontal evidenció un problema que tiene River: la marca en la pelota parada en contra. ¡Santos Borré fue sobre Benedetto! y el Pipa lo primereó para cabecear al segundo palo de Armani, que nada pudo hacer. Otra vez gol y explosión en la Bombonera.

Biscay (por orden de Gallardo) se decidió a empatarlo en el complemento. Afuera Martínez Quarta y chau línea de cinco. Nacho Fernández se posicionó como volante por derecha en un 4-3-1-2. A los 16 minutos otro tiro libre frontal acabó en gol. Esta vez fue Pity Martínez el ejecutante de un picante centro, que empujó al error de Izquierdoz, quien en su lucha por evitar que cabeceara Pratto la clavó la pelota en el palo derecho de Agustín Rossi.

Este gol fue un golpe tremendo para Boca, que sintió el golpe y tardó un tiempo para ponerse de pie. Fue una cachetada en el momento justo que agrandó a su rival y despertó una sensación pocas veces vivida en una cancha que suele ser “el jugador número 12”.

Guillermo mandó al campo a Carlitos Tevez, el único jugador de todo el equipo capaz de transmitir algo del espíritu que le está faltando al equipo. Hoy, en el final de su carrera, no puede aportar demasiado, pero con algunas corridas y con mucho amor propio levantó a los hinchas. Y a sus compañeros.

A él le cometió la infracción Borré que lo dejará sin clásico en la revancha y él elaboró una jugada bárbara en el minuto 44, que tal vez quede en la historia de esta Súper Final: por el centro apiló rivales, se bancó un patadón de Maidana y cedió el balón para Benedetto, que quedó mano a mano con Armani. Se pusieron de pie en la platea. Frente a cada TV los hinchas habrán imaginado el grito o el abrazo. Fueron dos segundos eternos que permitieron que el arquero se hiciera gigante. Contuvo con los pies. Y ese atajada bien podría ser la de esta Copa Libertadores.

Terminó 2-2 la primera final. River se fue mucho más feliz que Boca. Los jugadores y sus hinchas lo celebraron, por más que luego le hayan querido bajar los decibeles. Es que el equipo dejó una mejor imagen. Colectivamente fue más que su rival y eso es un impulso de cara a lo que se viene dentro de 12 días. No ganó nada River todavía y mucho menos lo perdió Boca. Son tendencias que pueden cambiar antes del 24. El primer tiempo ya se jugó.