Es ahora o nunca

Por EDUARDO TUCCI

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Por EDUARDO TUCCI

deportes@eldia.com

Un antes y un después. Eso debería marcar esta impensada final de la Libertadores en el Santiago Bernabéu para no volver a caer en la locura que nos invadió los últimos treinta días. Tiempo durante el que la denominada “final de siglo” quedó empañada pasando a un segundo plano a partir de los desbordes, las suspensiones y la controvertida decisión de la Conmebol que consideró que ningún escenario de Argentina o Sudamérica era tan seguro como el estadio del Real Madrid.

Vergüenza histórica. El campeón de América se consagró en Europa, tan triste como contradictorio. ¿Servirá para que los responsables de la seguridad, los clubes y los máximos dirigentes de la Asociación del Fútbol Argentino recapaciten y pongan de una buena vez manos a la obra para erradicar la locura que gobierna nuestro fútbol?

Hasta ahora no se han observado movimientos en ese sentido. Siguieron predominando los egoísmos, las “peleas chiquitas”, los gestos huecos. Como si nada hubiera pasado.

Mientras Boca y River ayer se disputaban el cetro mayor del continente americano protagonizando un destierro futbolero absurdo seguían resonando los ecos de las crónicas previas al encuentro dominada por expresiones que nos han sacudido hasta el hartazgo: “derecho de admisión”, “deportación”, “operativo de seguridad”, “un estadio blindado” ¿Hasta cuando?.

No pudimos, no supimos ser escenario del partido que dio la vuelta al mundo con una audiencia global televisiva de 200 millones de personas hasta constituirse en uno de los espectáculos más visto en el mundo, es más los especialistas en el tema lo compararon estos días con la final de la Liga de campeones de Europa, un choque estelar que paraliza los continentes.

La impericia, la falta de decisión para encarar seriamente el tema de los barras, el decidido imperio de la barbarie por sobre la razón en el fútbol argentino ayudaron a pintar esta escenografía que nuestra historia deportiva no se merece.

Desde todos los costados donde se lo analice estuvimos frente a uno de los acontecimientos futbolísticos más importante de todos los tiempos; en número de televidentes, jerarquía deportiva y peso económico con un impacto estimado en los 42 millones de euros por ingresos directos e indirectos.

Que este extraño escenario, a miles de kilómetros de distancia, sirva para que de una vez por todas dejen de mandar la irracionalidad de los violentos. Que este “exilio futbolero” sea la bisagra que le ponga freno a este verdadero combo que componen los barrabravas, la política, el deporte la droga y los millones. Basta de mirar para el otro lado. Es ahora o nunca. Si faltaba algo para medir el alcance de tanta irracionalidad se ha sumado todo lo que ocurrió en torno a este histórico River-Boca que debió jugarse del otro lado del mundo.

 

 

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