“Aniquilación” Una incursión cinematográfica a lo desconocido para ¿salvar? a la ciencia ficción

La nueva cinta de Alex Garland, director de “Ex Machina” se estrenó en Netflix el lunes sin pasar por los cines

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Pedro Garay

“Aniquilación” aterrizó en Netflix el lunes envuelta en polémicas (el servicio on demand la compró a Paramount para su distribución internacional, vedando a casi todo el planeta de ver la cinta de Alex Garland en cines) y abrazada por la crítica como la gran salvación de la ciencia ficción.

Y, como suele ocurrir en estos casos de entusiasmo de opiniones, nada parece ser para tanto. La cinta de Garland, efectivamente, retoma los senderos de una ciencia ficción más intelectual que las cintas de acción futurista que proliferaron durante años (casi sin éxito de taquilla aún cuando usaron dispositivos taquilleros como Tom Cruise; y quizás por eso dejaron de hacerlas), aunque el cine lleva décadas explorando el Maelstrom, avanzando hacia zonas donde desde lo visual y lo sonoro se desdibujan los límites de lo que conocemos como realidad.

Es un filme ambicioso (ojo: en el buen sentido) en su intento “existencialista” y lleva esa inquietud mucho más allá, por ejemplo, que la gélida “Blade Runner 2049”, pero también menos allá que “La llegada” (otra de Villeneuve, aunque ésta conseguía fusionar corazón, concepto y género de modo casi perfecto), con algunas “reflexiones” poco orgánicas, que asoman, un poco, como golpes de guión.

Garland, además, pone al frente de la expedición hacia lo desconocido a mujeres intentando tejer una dualidad entre conocimiento-comprensión-mujeres y violencia-militares-hombres, pero finalmente sus mujeres terminan siendo heroínas de acción, presas de lo que ocurre en la zona de “El Resplandor”, donde, entre un mundo de mutaciones que no se sabe cuán reales son, el quinteto vive una de monstruos clásica, y no demasiado inventiva en cuanto a sustos o visuales como para justificar la ira virtual de no verla en la pantalla grande (aquí, probablemente, me equivoque: toda experiencia es mejor en el cine y el equipo de Garland seguramente trabajó a destajo para construir el mundo mutado de “El Resplandor”).

De todos modos, ojo: hacia el final, Garland (el de “Ex Machina”) desarma este dispositivo entre ciencia ficción existencial y películas clásicas de monstruos y construye una atmósfera a la vez atrapante y asfixiante, que brinda pocas respuestas, dejando inquietudes y gestando pesadillas como solo la buena ciencia ficción puede lograr. Allí, la cinta brilla y justifica el entusiasmos mesiánico en la cinta aunque, de todos modos, en el siglo de cintas tan brillantes y disímiles como “Computer Chess”, “Under the skin”, “Primer”, “Gravedad”, “Interestelar”, “Avatar”, “Inteligencia Artificial”, “La llegada” o “Melancolía”, la ciencia ficción no necesita ser salvada.

 

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