A 100 años de la mayor nevada en La Plata

El 22 de junio de 1918, a pocas horas de ocurrido el solsticio de invierno, las bajas temperaturas en la región provocaron un fenómeno pocas veces visto: una abundante nevada en La Plata y alrededores. Crónicas y detalles de aquella jornada histórica.

Por Nicolás Colombo, para Misterios de la ciudad de La Plata

Desde hacía varios años, los encabezados de los diarios sólo hacían eco de lo que sucedía en Europa, donde la Primera Guerra Mundial causaba innumerables muertes y destrucción. Pero a pocos meses de finalizarse el conflicto, los titulares cambiaron durante la jornada del 23 de junio de 1918, dando la noticia de lo ocurrido el día anterior: la mayor nevada que ocurrió en la historia de nuestra ciudad.

Esta rareza tan peculiar en el clima platense (que ya había ocurrido en 1883 y 1912, aunque en menor magnitud), comenzó entre las 21:00 y las 22:00 del sábado 21 de junio, cuando pequeños copos de nieve comenzaron a cubrir de blanco la ciudad. Los pocos que recorrían las calles con las bajas temperaturas que afectaban a todo el país, fueron los únicos privilegiados en disfrutar de este "blanco sudario", como lo titularon los diarios de la época. Muchos salieron a los grandes espacios verdes, como Plaza San Martín y Plaza Moreno a disfrutar de la nieve, que en algunos casos llegaba hasta la cintura. Tal como lo afirmaría el diario El Día, "En algunas calles la nieve acumulada por el viento, formaba verdaderos trincheramientos infranqueables."

A la mañana del domingo 22 de junio, la gente aprovechó el día franco para recorrer la ciudad, jugar con la nieve y tomarse fotos en una paisaje que parecían los Alpes suizos. Muchos hicieron muñecos de nieve recreando a los miembros de su familia, y según cuentan una crónica periodista de la época "en dependencias oficiales de las que obligan a servicio nocturno, nuestros repórteres sorprendieron a los subalternos esculpiendo máscaras de sus jefes".

La nevada si bien causó una gran alegría en la población urbana, perjudicó a la zona rural, en donde llegó a acumularse 1 metro de nieve que hacía imposible el paso de vehículos. A causa de esto y sumado al mal estado de los caminos rurales, hubo escasez de leche ya que no se podía acceder a la planta pasteurizadora. También hubo retrasos en los trenes y tranvías, cuyos trabajadores tuvieron que salir temprano a despejar los rieles para evitar descarrilamientos. El frío y las calles heladas también causaron lesiones en varias personas, desde un vigilante de Ensenada a quien se le heló un pie, hasta varios casos de fracturas y luxaciones al resbalarse con la nieve.

Pasarían otros 89 años hasta que este fenómeno volviera a repetirse, el 9 de julio de 2007.

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