Las redes, como el tabaco, deberían advertir sobre su peligro

Edición Impresa

Joan Cwaik*

Hace casi diez años nacía Instagram, una red social que se usaba como plataforma para mostrar fotos a tu familia o amigos, algunos filtros entretenidos, crear una foto vintage, algún que otro marco de diapositiva y compartir. Ahora sus usuarios publican pequeños detalles de sus vidas privadas y previamente entran en el proceso de edición, elegir el filtro perfecto, el encuadre ideal, ajustar el contraste para generar mayor cantidad de likes, agregar la ubicación, agregar amigos, y, por último: los hashtags. El tiempo y esfuerzo que se dedica en la publicación tiene su recompensa: los me gusta. Al minuto de tomar una droga, beber alcohol o fumar un cigarrillo, el cerebro genera dopamina, que es un químico asociado con el placer. Recibir un like también genera placer y dopamina, pero el hecho de que no está garantizado que tu posteo vaya a tener la reacción que vos esperás te lleva al terreno de lo impredecible. “El fumar mata” dice el paquete de cigarrillos que ves exhibido en el kiosco, “prohibida su venta para menores de 18 años”, dicen las publicidades de bebidas alcohólicas. ¿En breve sería muy insensato pedir a las empresas propietarias de las redes que implementen medidas como avisos o advertencias en sus aplicaciones para evitar que esto ocurra?

(*) Especialista en tecnologías emergentes

 

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