Ocurrencias: llega la Navidad y todos quieren festejar en casa
Edición Impresa | 1 de Diciembre de 2019 | 02:40

Por: Alejandro Castañeda
EL AYER.- La Plata siempre reivindica su condición de ciudad nueva y bien trazada, aunque esa cualidad la haya dejado sin grandes recuerdos. En sus veredas y en sus calles no hay pasos antiguos que merezcan venerarse. La cuadrícula fundadora carece de testimonios remotos. No guarda batallas ni héroes. Ningún indio perdió una flecha por estos pagos. Los hombres que la han hecho grande son fácilmente localizables en crónicas de la época y álbumes de familia. El árbol genealógico de esta capital no tiene demasiadas ramas. Brotes recientes y gorriones. La evocación anda siempre cerquita y aquí la antigüedad muere pronto.
Arqueólogas muy ilusionadas, como las investigadoras municipales del proyecto Arqueología Histórica, se han impuesto la difícil tarea de encontrar cosas remotas en el fondo de una ciudad que desde su profundidad parece avisarnos que todo nació cuando la diligencia que trajo a Dardo Rocha daba los primeros trotes por estas lejanías. Ahora se metieron a revolver tierra en la obra de 1 y 32. Buscan algo que valga la pena preservar. Apareció poco. Como suele ocurrir, hay que hacer un gran esfuerzo para poder darle algún valor a las chucherías que van saliendo a su encuentro. Las arqueólogas dijeron que “el promedio de antigüedad de los elementos hallados es de unos cincuenta años” es decir que no son restos arqueológicos, son olvidos traspapelados que no pueden aspirar a llegar a un museo, un reguero de “souvenires” del ayer próximo, sobras más que recuerdos. Hay restos de botellas de gaseosa y de yogures de reconocidas marcas, que tendrían su origen en los años ’60, azulejos típicos de los ’70 y envases de bebidas alcohólicas y de remedios. Antes, ese mismo batallón de curiosas había querido averiguar cómo vivían los que habitaron nuestra Región después de la colonización española. Pero, por lo que se sabe, tampoco tuvieron suerte. El anhelo de ellas es encontrar piezas que puedan “hablar” del territorio en su época prefundacional. Pero las conclusiones preliminares no permiten augurar grandes revelaciones: bajo la lupa de la ciencia, al menos hasta el momento, el patrimonio arqueológico de la Ciudad sigue jugando a las escondidas con estas excavadoras que se han empecinado en encontrar lo que nunca se perdió. Ellas, con sus exploraciones, reivindican el poder del intento y de la expectativa. Y al compás del pico y la pala van aprendiendo que, como en la vida, el encanto no está encontrar sino en seguir buscando.
EL HOY.- Está listo el traspaso presidencial. Tras un incierto batallar, esta vez, al fin, habrá ceremonia formal. Ya quedó en el estante de los malos recuerdos el capricho de una abogada exitosa que escondió presencia, bastón y derrota para ningunear el mandato del escrutinio. Ahora es distinto. Hubo algunos chisporroteos a la hora de elegir lugar de la ceremonia y toma de juramento. Cristina, para que no haya dudas, se reservó ese privilegio. Quiere que se sepa de entrada que ella lo eligió, lo llevó al triunfo y ahora lo consagra. Y el 10 logrará que Alberto jure sobre una Biblia con pocos santos y abundante letra chica. Macri entregará la banda. ¿Y qué hacemos con las bandas? Mauricio en plena mudanza se despide de una estadía tan breve que casi no le dio tiempo a terminar de acomodarse. Fueron quince trimestres con un boletín lleno de aplazos que ni lo dejó repetir, lo expulsó. Sus muebles sobre el camión simbolizan una nueva travesía hacia zonas poco confortables. No es que le falte buenos lugares para irse a vivir con la familia. Pero una cosa es la residencia de Los Abrojos y otra cosa es tener granaderos disponibles y decretos a gusto en esa Quinta donde el poder levantó paredones muy altos para no ver lo que pasa afuera. Con pesebre nuevo y necesidad de urgentes milagros, el flamante presidente arma su arbolito esperando que los Reyes le aporte algo de magia a un país que sigue aguardando la llegada de un mesías de entrecasa que lo salve para siempre. No sólo a Macri lo desvela la mudanza. Algunos presos de alto vuelo, que sueñan con una Navidad hogareña, escribieron cartitas al nuevo Papa Noel pidiéndole un calabozo domiciliario.
Algunos presos sueñan con una Navidad hogareña y le pidieron al nuevo Papá Noel un calabozo domiciliario
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