Llámame por mi nombre: Calu y otros famosos que cambiaron su identidad a mitad de camino

“El pelo largo estaba cargado de un relato que ya dejé ir”, contó la actriz que ahora se llama Dignity y que deja atrás un pasado doloroso al rebautizarse. Y no es la única figura que elige, en medio del éxito, revolucionar su imagen

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Calu Rivero cortó. Cortó con su novio (está otra vez soltera, tras romper con Joaquín Vitola), cortó con su país. Cortó también su pelo, de forma simbólica: cortó con el pasado. La actriz que dejó la tele tras sufrir el supuesto acoso de Juan Darthés en las grabaciones de “Dulce Amor” y que se reinventó desde las redes le dice ahora “basta” a ese pasado doloroso y traumático y elige reinventarse. Y para eso, elige un nuevo nombre: “Dignity”.

Así lo contó ella misma, hoy instalada en Nueva York, en su cuenta de Instagram. “Estoy viviendo una nueva piel, un cambio de actitud que me enriquece pero no define. Valor es tomar las decisiones por uno mismo. Valor es el amor propio. Llamame Dignity”, escribió Calu.

Y agregó que “quien quiere la eternidad mira el cielo, quien quiere el momento mira a las nubes y escucha a los silencios. Este cambio de actitud es mi nuevo tesoro, el silencio mi juguete preferido y el refugio donde nos encontramos mis pensamientos y yo”.

Así, Calu, es ahora “dignidad”, porque “una persona digna se hace valer como persona, se trata con respeto hacia sí misma y hacia los demás y no deja que lo humillen ni degraden”, según relató en una entrevista con Infobae. “Es una nueva parte de mi identidad porque hace tiempo que decidí ponerme en primer lugar y ya no estar disponible para situaciones que me hacen sentir una mierda. Soy una abanderada del respeto, combato el maltrato y la violencia en todas sus formas. Mi dignidad me salvó”.

En esta etapa empoderada, Calu se siente “en una nueva piel, una nueva identidad a la que elegí llamar ‘Dignity (dignidad)’”, según le contó a una revista del corazón. “Tengo una visión más simple y realista. El pelo largo estaba cargado de un relato que ya dejé ir”.

El caso de Calu (perdón, Dignity) sorprendió ayer a sus seguidores, aunque no es la primera en modificar su imagen a mitad de camino, para marcar un cambio de rumbo simbólico, romper con ciertos mandatos o preconcepciones que el público tiene de lo que se supone debe ser su carrera. Porque está lleno de famosos que se cambiaron el nombre antes de ser famosos, desde Adrián Suar a Lady Gaga, de Woody Allen a Bruno Mars, pero mucho más raro, y valiente, es hacerlo en la mitad del camino, en medio de la fama. Cambiar a mitad de camino es romper las expectativas del público, después de todo, una maniobra arriesgada que varios atrevidos ya intentaron.

DE MADONNA A PRINCE

Recientemente, por ejemplo, Madonna decidió rebautizarse Madame X. Aunque, claro, este cambio es temporal, un simple alter ego: se trata meramente de una modificación para promocionar su disco, del mismo nombre, que hace referencia al apodo que le puso su instructora de baile en su adolescencia, cuando Madonna todavía no sabía quién era o qué debía hacer. El cambio de nombre marca entonces, a la vez, un intento de volver a aquellas raíces de experimentación e ingenuidad, y también un trabajo introspectivo de parte de la reina del pop; pero no es la primera vez que se cambia el nombre: creyente por años de la Kabalah, Madonna eligió para sí el nombre hebreo Esther, en honor a su madre.

También reciente es el anuncio de Lilly Allen, que adoptó un nuevo nombre profesional: recuperó su nombre (Lily Rose) e incorporó su apellido de casada (Cooper), también un intento de alejarse de su imagen adolescente con la que saltó a la fama. Sin embargo, Lily sigue siendo Lily Allen en todas las redes y en la portada de su último disco, “No shame”.

Bastante más controversial fue el cambio de Prince, que en la cumbre de la fama cambió su nombre por un logo que combinaba los símbolos masculino y femenino y pasó a autodenominarse “el artista antes conocido como Prince”. Una genial apuesta a la indefinición y lo inclasificable, que duró 7 años, desde 1993 hasta el 2000, cuando el artista dio marcha atrás con su cambio de nombre y volvió a su nombre artístico original.

Jennifer Lopez comenzó su carrera como JLo, aunque ya exitosa volvió a su nombre; Jackie Chan dejó de ser Chan Kong-sang para triunfar en Hollywood; el basquetbolista Ron Artest cambió su nombre por Meta World Peace, una de las grandes bizarreadas en esta lista; y Snoop Dog pasó a ser Snoop Lion tras una peregrinación a Jamaica, donde un sacerdote le dijo que “tu eres un león”. Ahora, está cada vez más cerca del reggae.

EN ARGENTINA

Y en Argentina también se consigue: como olvidar el anuncio de Luciana Salazar, hace ya varios años, cuando en el living de Susana dijo que “ya no soy más Luciana Salazar, ahora soy Luli Pop”. El cambio de identidad fue en el medio de un intento por volcarse a la música, que nunca prosperaría.

Más recientemente, otros dos músicos sorprendieron al público local: en mayo, Duki, referente del trap en Argentina, anunció que se llamaba Duko de ahora en más (aunque sus cuentas oficiales siguen sosteniendo su viejo nombre); y, claro, hace un par de semanas, Valeria Lynch sorprendió cambiándose el nombre a Valeria Ninch. Aunque, según dijo, todo fue una broma, el chistecito demostró el poder del cambio de marca: Valeria, quien hoy está lejos de las principales luces del mundo de la farándula, fue el tema del día gracias a su supuesta decisión de rebautizarse.

Y hasta Jimena Barón, que recién está empezando en la música, dejó el nombre que su madre le dio por una versión más moderna: ahora es JMena (sin el apellido).

Al final, en estos tiempos de identidades afortunadamente más fluidas, menos fijas, todo podría resumirse en lo que dijo alguna vez Bob Dylan, explicando por qué dejó de lado su nombre original: “Nacés, sabés, con los nombres incorrectos, los padres incorrectos. Eso ocurre. Entonces, te llamás como querés llamarte: eso es vivir en libertad”.

 

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