El penoso privilegio de ver caer a una gran sobreviviente

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La construcción de la catedral de Notre Dame comenzó en el año 1.163. Es decir que, desde entonces, pasaron 856 años e increíblemente nos toca asistir de forma “privilegiada” a su destrucción. Este ícono fue testigo de sucesos que marcaron la historia y sobrevivió a momentos tan extremos, que parece imposible que su destrucción devenga de un accidente ocurrido durante un proceso de restauración, como especulan los investigadores del siniestro. Pero el destino es caprichoso y a veces nos pone frente a estos espectáculos dantescos, que guardaremos en la memoria para siempre, hayamos estado o no alguna vez frente a sus tradicionales torres, que sirven de marco para que millones de turistas se saquen fotos.

A algunos, todo lo ocurrido les resbalará. Otros sentirán que se fue un pedazo muy grande de la historia de la humanidad. Todos podrán decir que observaron un hecho histórico. Notre Dame intentará ponerse de pie y, sin dudas, será más popular ahora que nunca antes.

 

 

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