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La Ciudad |En el barrio de 25 y 498, en gonnet, historias detrás de la crisis de un servicio esencial

Vivir sin luz, un calvario que pone “patas arriba” la rutina y se agrava con la incertidumbre

Desde los trastornos para cuidar a un chico con parálisis cerebral al drama de los adultos mayores que pasan penurias, los vecinos cuentan cómo fueron estos 4 días sin suministro

Vivir sin luz, un calvario que pone “patas arriba” la rutina y se agrava con la incertidumbre

no dan más. en 25 y 498 están desesperados. llevan cuatro días alumbrándose con velas y sin suministro de agua. exigen respuestas/ roberto acosta

26 de Junio de 2019 | 03:59
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La noche del lunes Mirtha Licursi no aguantó más y lloró: “Fue una congoja muy grande; me sentí como la peor paria, porque me di cuenta lo solos que estamos”, recuerda ahora en su casa de calle 498 y 25, en Gonnet, donde la llama de una vela a punto de extinguirse, la luz de una linterna y de algunos celulares batallan sin suerte contra la penumbra.

Para ella como para miles de platenses, la vida cambió radicalmente desde las 21.47 del sábado, cuando una falla en un cable subterráneo de Edelap provocó la salida de servicio de la Subestación City Bell y dejó sin energía a unos 51.000 hogares. Como paliativo, la empresa desplegó una treintena de grupos electrógenos en puntos clave. Para muchos, el calvario continúa.

Son poco más de las 18, y en la casa de Mirtha parece medianoche: por el silencio -ni siquiera interrumpido por los generadores eléctricos que a varias cuadras de su vivienda cortan el Camino General Belgrano- y la oscuridad de adentro y afuera. “Por suerte hoy salió el sol, pero venimos de días lluviosos, tristes, terribles”, dice con la agustia en la garganta y la mirada.

Mirtha tiene 74 años y vive sola, pero hoy el living de su vivienda es el punto de encuentro para que un puñado de vecinos compartan el malestar reinante.

“Anoche entré en pánico”, cuenta Laura García, que vive en diagonal 11, entre 25 y 500, junto a su hijo Julián, de 15 años. “Él tiene parálisis cerebral, no camina y para subir hasta su habitación, que está en la segunda planta de la casa, sube en su silla de ruedas por un elevador. Desde que se cortó la luz, tuve que cargarlo yo”, dice la mamá, visiblemente agotada: “Son varias noches sin dormir, en una zona que además es tierra de nadie”.

Otra cuestión agravó la larga de Laura y Julián. Como el adolescente se alimenta por sonda debe ingerir alimentos debidamente procesados. “Como no podía usar mi minipimer, tuve que ir hasta lo de mi mamá, que vive por la zona del Hospital Italiano, en La Plata, para procesar allí la comida de mi hijo y volver con la vianda”, explica la mujer, que desde hace algunas horas dispone de un generador eléctrico que le prestó un conocido.

“Lo mío no se compara con lo que le pasa a Laura -interviene Mónica Soteris, de 498, entre 24 y 25-, pero también tengo hijos y es una complicación cocinar, vivir con la comida del día porque se pudre y lo que sobra se tira, no poder comer determinados alimentos, ni bañarte ni lavar ropa porque también te falta el agua”, enumera.

En el coro de lamentos las voces repiten que se sienten como viajando en el pasado: “Como si no estuviéramos en el siglo XXI, sin poder cargar los celulares, comprando velas, dependiendo de vecinos -los afortunados a los que les ha vuelto la luz- para disponer de suministro eléctrico o agua”. Son días más cortos en los que, como nunca, valoran la luz natural: “Yo me voy a dormir más temprano desde el sábado. ¿Qué otra cosa podés hacer?”, protesta Mónica.

Paciencia, ¿hasta cuándo?

Además está el silencio. “Llamé a Edelap, les pedí por favor que me dieran una solución y la respuesta fue que no podían hacer nada, que tuviera paciencia. Como si no fuera suficiente con la que ya tuvimos”, sostiene Mirtha.

Y la incertidumbre, agrega Mónica: “¿Cuántos días vamos a estar así? Nadie nos dijo que íbamos a estar tres días sin luz, nadie nos dice cuántos días serán los que tendremos que seguir a oscuras”.

Silvia Gubia, que también vive en la zona, aporta que tampoco hubo respuestas por parte de la delegación municipal, “que se comprometió a conseguir un generador”, algo que los provea de “dos o tres horas de luz”. Tampoco, coinciden todos, se ve aquí la presencia de patrullas policiales en momentos en que la inseguridad parece dispararse al amparo de la oscuridad.

“Como verás, estamos totalmente desamparados, porque no se acerca nadie y llamás y es como si no les importara”, interviene Mirtha, que asegura tener todas las llaves de luz encendidas, a la espera, “para darme cuenta cuando vuelva”. Con la misma esperanza, Mónica mantiene la llave de luz del baño activada desde el sábado.

Mirtha suma este apagón a la falla nacional de la semana pasada y asegura que nunca, en los 43 años que vive en Gonnet, vivió una situación similar. Por eso su bronca y su congoja: “La impotencia que tengo no tiene nombre, porque mienten, porque no nos dicen cuándo vamos a poder seguir con nuestras vidas normalmente”, suspira y se reprime para no insultar.

¿Cómo le contarían lo que es vivir a oscuras a quienes nunca lo sufrieron? “Que no lo sufran nunca, que es una desgracia”, responde Mónica. El resto coincide y ensaya explicaciones al flagelo: se convencen de que “no hubo plan de contingencia”, hablan de “desidia estatal”, vuelven a lamentarse por los gastos innecesarios -la comida que se tiró, las velas que tuvieron que comprar, los bidones de agua-. “Y encima al estar sin luz no podés expresar nada de esto a través de las redes sociales, que es lo de menos, pero es por donde uno puede descargar la bronca”, retoma Mirtha, que ahora, cuando sus vecinos se marchen, regresará a la soledad de su casa apagada.

Como Silvia, Mónica, Laura y Mirtha, otros tantos se van a dormir temprano esperado estar ya en el día siguiente. Para despertarse, tocar la llave de luz y que por fin encienda. La misma rutina, desde hace casi cuatro días.

“Mi hijo tiene parálisis cerebral, no camina y usa un elevador para subir la silla hasta su habitación en el segundo piso. Sin luz, tuve que cargarlo yo”

Laura García, Vecina de Diag. 11 entre 25 y 500

“Fue una congoja muy grande; me sentí como la peor paria porque me dí cuenta lo solos que estamos”.

Mirtha Licursi, Vecina de 498 y 25

“¿Cuántos días vamos a estar así? Nadie nos dijo que íbamos a estar tres días sin luz, nadie nos dice cuántos tendremos que seguir a oscuras”

Mónica Soteris, Vecina de 498 entre 24 y 25

“El Municipio se comprometió a traernos un generador para darnos 2 o 3 horas de luz, pero tampoco cumplieron”.

Silvia Gubia, Vecina de Gonnet

Al no saber cuándo va a volver la luz, no poder planificar la rutina potencia los trastornos

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no dan más. en 25 y 498 están desesperados. llevan cuatro días alumbrándose con velas y sin suministro de agua. exigen respuestas/ roberto acosta

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