Qué dicen los expertos del anuncio de la vacuna rusa sobre el 92% de su eficacia

Si bien advierten que faltan terminar los estudios clínicos, la mayoría coincide en que es un buen comienzo. Junto al avance de la Pfizer, abre esperanzas de cara al futuro cercano

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La vacuna rusa Sputnik V contra el coronavirus, cuya adquisición negocia con Moscú el Gobierno argentino, obtuvo 92% de eficacia según los resultados preliminares del estudio de fase 3 y no registró “efectos adversos inesperados”, según informó ayer el Centro Nacional de Investigación Gamaleya y el Fondo de Inversión Directa de Rusia (RDIF) a través de un comunicado.

“Los ensayos evaluaron la eficacia entre 16.000 voluntarios que recibieron la vacuna o el placebo 21 días después de la primera inyección. Como resultado de un análisis estadístico de 20 casos confirmados de coronavirus, la división de casos entre individuos vacunados y aquellos que recibieron el placebo indica que la vacuna Sputnik V tuvo una tasa de eficacia del 92% después de la segunda dosis”, señaló el texto oficial.

Se trata de los resultados provisionales de los ensayos clínicos de fase 3, doble ciego, aleatorizados y controlados con placebo que se está realizando y en los que participan 40 mil voluntarios en 29 centros médicos de toda Rusia, de los cuales 20 mil ya recibieron la primera dosis, y 16 mil la primera y segunda.

Al tanto de esta novedad como así también de los avances que ya habían notificado los desarrolladores de la vacuna Pfizer (que arrojó, como se informó oportunamente, una eficacia del 90%), especialistas locales salieron a asegurar ayer que tanto un caso como el otro representan “una excelente noticia”, aunque advirtieron que todavía faltan terminar los estudios clínicos.

“Para que una vacuna sea útil debe proteger por encima de un 60 por ciento, si logramos tener vacunas que protejan alrededor de un 90 por ciento es una excelente noticia. Si bien hay que esperar un poco más a que los resultados se confirmen con más datos es un comienzo muy bueno”, señaló Andrea Gamarnik, jefa del Laboratorio de Virología Molecular de la Fundación Instituto Leloir e investigadora principal del Conicet.

En el mismo sentido, el médico infectólogo Martín Hojman señaló que “la eficacia que anunciaron tanto Pfizer como la Sputnik V es muy buena” pero alertó que “los resultados que se dieron a conocer son preliminares esto quiere decir que estos estudios clínicos no están terminados”.

Hojman describió que en los estudios de ensayo clínico con tantos pacientes, como por ejemplo estos que involucran a 30 mil o 40 mil personas y en el actual contexto de pandemia, “se van haciendo cortes preliminares, por ejemplo se van evaluando las primeras cien, las primeras mil etcétera. Para ser aprobada por la OMS una vacuna pide más del 50 por ciento, entonces los números son muy buenos”.

De todos modos, el especialista advirtió que “no se puede saber por cuánto tiempo va a durar esta inmunidad, por eso los estudios deben continuar y van a determinar de acá en adelante el tiempo que dura la respuesta inmune, si será necesario volver a vacunar o no”.

LAS VACUNAS

Aunque con diferentes tecnologías, tanto la vacuna de Pfizer como la Sputnik V utilizan la proteína espiga como “determinante antigénico” esto es, según explica Hojman, hacia dónde se dirigen los anticuerpos.

En el caso de la vacuna de Pfizer lo que hace es utilizar directamente el código genético de una proteína viral (en este caso se utiliza la proteína espiga) y al ingresar al organismo las células “producen” esta proteína, al reconocerla se activa el sistema inmunológico; hasta el momento no hay vacunas que utilicen esta tecnología.

Por su parte, la vacuna rusa utiliza una plataforma (o tecnología) llamada de “vectores no replicantes”; los vectores son virus que no tienen capacidad de reproducirse en el organismo (y por tanto inocuos) y se usan para transportar material genético del virus contra el que se quiere inmunizar.

La Sputnik V utiliza adenovirus humano como vector y, a diferencia de otras vacunas candidatas, usa dos adenovirus (uno diferente en cada dosis); a esos adenovirus se les “agrega” una parte de la proteína espiga (o spike) que pertenece al coronavirus y cuando ingresa al organismo éste identifica la proteína y se genera la respuesta inmunológica.

“Si bien las dos vacunas usan estrategias diferentes generan inmunidad contra la misma proteína del virus lo cual sugiere que las otras vacunas que usan esa misma proteína como blanco podrían funcionar”, explicó Gamarnik. En el mismo sentido, Hojman sostuvo que “esto hace pensar que todas las vacunas que utilizan esta proteína pueden tener buenos resultados, sobre todo las que están en fase 3”.

Para que sea útil, una vacuna debe proteger al menos por encima de un 60 por ciento

 

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