Maximiliano Kondratiuk, sin dudas pudo “Honrar la vida”

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Por WALTER EPÍSCOPO

wepiscopo@eldia.com

En la madrugada de ayer el ex defensor de Gimnasia y Villa San Carlos, Maximiliano Kondratiuk, falleció a los 35 años (cumplía los 36 el próximo 27 de diciembre). El futbolista venía librando una fuerte batalla desde fines de 2011 contra el Síndrome de Wilson, y la noticia de su muerte conmovió a toda la Región sin distinción de camisetas por que la pelea de Maxi fue la lucha de mucha gente que lo apoyó. En julio de 2015 hubo un partido a beneficio en el Bosque que se llamó “Maxi, honrar la vida”, donde el equipo de Gimnasia dirigido por Pedro Troglio (alguien que desde el primer minuto estuvo ayudándolo) ante un equipo de estrellas de nuestro medio (los Mellizos Barros Schelotto, Ruggeri, Francescoli, Navarro Montoya y ex jugadores del Lobo). Aquella tarde en ese Bosque donde supo debutar en Primera en tiempos de Griguol en el 2003, lloró emocionado rodeado de familiares, amigos del fútbol y los de la vida, que nunca lo abandonaron. Meses antes mediante una nota de este diario, se había visibilizado su enfermedad.

La lucha de Maxi fue titánica. Día a día peleó como un guerrero contra la enfermedad y los obstáculos burocráticos. Y de estar acostado, sin poder hablar, solo moviendo sus enormes ojos que lo decían todo. Pero empezó a mejorar y rehabilitarse de manera asombrosa. Mediante una computadora se comunicaba, y con un solo dedo, escribió un libro que se llama “Honrar la vida” que presentó en 2017 en la Feria del Libro y luego en la Sede Tripera. Allí contó su pelea.

Maxi no paró de sorprendernos a medida que la rehabilitación siguió. Había dejado ya su silla de ruedas y caminaba por sus propios medios. Jamás dejó de sentirse futbolista. Nunca. “Me voy a retirar jugando, adentro de una cancha”, me escribió una vez. Y le creí por que sus avances fueron asombrosos. Habiendo aceptado su enfermedad, luchó para estar cada vez mejor y hasta hacía chistes. Y lo estaba. Era fuerte, como cuando jugaba y se imponía como un defensor de gran contextura. Pero esta maldita pandemia le jugó una mala pasada como a muchos. No poder seguir con sus actividades y concurrir a rehabilitación. El encierro...

El último viernes por la noche por una ulcera gástrica, producto de los fuertes medicamentos que tomaba, debió ser internado en la Clínica de La Ribera, en Ensenada. Estuvo en terapia intensiva y su cuadro fue crítico durante el fin de semana, hasta que en la madrugada del lunes falleció en la ciudad donde había nacido el 27 de diciembre de 1984. Sí. Maxi había nacido en Ensenada por una cuestión de obra social de su madre, pero al otro día ya estaba en Berisso que fue su lugar.

Me honró al pensar en mí cuando presentó sus libros y tener que decir algunas palabras. También en pasarme enseguida los videos de sus progresos o fotos tras ser operado alguna vez. “Sos el primero en tenerlas”, me escribía. Cuando caminó junto a su hijo Santino, que por primera vez veía de pie a su padre, ya que siempre lo había visto acostado o en silla de ruedas. Supo estar en el Bosque alentando a su querido Gimnasia detrás del alambrado en muchos partidos y recibió el cariño de la gente.

Maxi le deja a su hijo de 10 años un legado invaluable: no entregarse nunca ni bajar los brazos

 

Su sonrisa será eterna. Su ejemplo de lucha y superación también, que con orgullo llevará su familia, y en especial su hijo de 10 años, por que Maxi le deja un legado invaluable, de nunca entregarse ni bajar los brazos a pesar de la peor de las noticias. Que siempre se puede pelear. Seguramente durante su vida gente que se cruce le dirá lo fenómeno que fue su padre. Aunque hoy duele, obvio que duele, y mucho.

“Vos me hiciste mi primer reportaje”, me escribió cuando nos reencontramos en 2015, y al recordar ese dato en medio del drama que vivía me hizo lagrimear... como ahora, por que pensé que la próxima nota iba a ser cuando se retirara del fútbol, adentro de la cancha, como nos escribimos meses atrás y deseabas.

Dicen que las luchas que se pierden son las que se abandonan, y vos justamente nunca abandonaste... Descansá en paz Maxi, y quedate tranquilo que honraste la vida como nadie, hasta el final.

 

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