Para poder gozar, primero hay que saber sufrir, y de esto sabe el Viejo Lobo...

Con un jugador menos y el corazón en la mano, Gimnasia no mereció tanto sufrimiento pero, al final, terminó festejando

Edición Impresa

Por WALTER EPÍSCOPO

wepiscopo@eldia.com

“Si no se sufre no vale Viejo”, decía un hincha en la Techada con la remera de Gimnasia y el “10” en la espalda, mientras con la mano izquierda prácticamente despeinaba de los nervios a su hijo que ya no quería ver más. El pitazo final de Darío Herrera fue la señal para que miles de Triperos como si estuviese ensayado, pegaran un gran alarido: “¡Vamos Lobo!”. Algunos levantando sus brazos. Otros mirando al cielo. También estuvieron aquellos que todos transpirados se abrazaron con el de al lado.

Le costó mucho a Gimnasia ganar de local en esta Superliga, y al menos en la despedida, pudo quedarse con los tres puntos.

Y el hincha sabía que debía estar una vez más. En medio de una jornada de calor, la gente demoró la llegada al “Juan Carmelo Zerillo”, estiró la tarde que daba para la pileta, y unos 15 minutos antes del inicio del partido el Bosque comenzó a colmarse. Los que desafiaron al calor, buscaron algún árbol de los jardines del estadio.

“Hay que ganar como sea, no queda otra”, se escuchaba por todos lados. Los futbolistas que terminaban la entrada en calor en el campo y volvían al vestuario para ponerse la camiseta y jugar por tres puntos importantísimos, y ya recibían el aplauso de los hinchas en la calurosa tarde en el Bosque.

Con el partido en marcha todo fue tensión, y más porque el equipo no encontraba el camino. El Gallego Méndez se volvía loco a los gritos en el banco y de a ratos cambiaba palabras con Maradona.

Y Diego se agarraba la cabeza por las chances perdidas en esa primera parte de Pérez García, Cuadra, el Caco García y Ayala, de cara al arco de Avenida 60.

El segundo tiempo arrancó de otra manera. Carlos Coronel, padre de Maxi que adentro sacaba todo, aplaudía. Los jugadores que quedaron afuera del banco hacían fuerza. También el ex jugador Mens Sana, Toti Chaves, alentaba como un hincha más.

El aliento de los hinchas nunca se detuvo y cada tanto Diego desde su sillón se contagiaba también moviendo sus brazos.

Vendrían buenos minutos del local que buscaba el primer gol. Presionaba y movía la pelota de un lado a otro, hasta que tras un muy buen pase del colombiano Mancilla (de gran partido) a Matías García, y el “diez” albiazul que se mandó por el costado izquierdo y le pegó con alma y vida al arco desde una posición dificil y venció al Laucha Lucchetti. El cronómetro marcaba el minuto 9 y el Bosque explotaba en gritos y abrazos.

El paraguayo Ayala arrancó un “uuhhh” general de la gente cuando hizo estrellar la pelota en el palo tras un tito libre. Si bien el Lobo siguió intentando, el duro elenco tucumano fue por el empate, y el encuentro se puso dramático. Más aún cuando el pibe Melluso se fue expulsado a los 34 minutos. “Vamos Gimnasia, ponga huevo Lobo”, se pedía desde los cuatro costados.

Los de Diego jugaban con el corazón en la mano, pero enfrente Zielinski metía cambios y puso a un hincha de Gimnasia como Ramiro Carrera para buscar el empate. Goltz como un guerrero con la cabeza vendada (cuándo no) sacaba todo.

El final encontró al Bosque en una fiesta total, con Maradona recorriendo el campo y golpeándose el pecho mientras bajaba el “olé, olé, olé, olé, Diego, Diego”.

El Lobo volvía a ganar en su casa otra vez, algo que le viene costando, pero también cerraba una semana perfecta con tres victorias (Independiente, Sportivo Barracas y Atlético Tucumán). No es poca cosa para un plantel al que semanas atrás lo daban por muerto. Por eso la gente se rompió las manos aplaudiendo al equipo cuando dejó el campo. Y fue merecido, por que hinchas y jugadores, se merecían una alegría así.

Como dice Naranjo en flor, “para poder gozar, primero hay que saber sufrir...” ¿O no Lobo? Y casi siempre, los tangos tienen razón.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE