Pese a los sondeos en contra, Trump no pierde la esperanza de ganar
Edición Impresa | 27 de Agosto de 2020 | 01:56

Donald Trump tiene poco más de dos meses para invertir la tendencia. Aislado, atrapado en la nostalgia de su victoria en 2016 y criticado en su propio campo por su errática reacción frente a la pandemia del nuevo coronavirus, el presidente estadounidense pasa por una mala racha.
Las elecciones presidenciales del 3 de noviembre se anuncian muy crispadas, en un momento en que el país está dividido, inquieto, con el recuerdo de los más de 179 mil fallecidos por COVID-19 y la sacudida de la crisis económica.
Y aunque el estilo confrontativo de Trump no cede, actitud que parece favorecer a su rival demócrata Joe Biden en las encuestas, aún no está todo dicho.
La tendencia histórica en EE UU indica que un mandatario que busca la reelección suele ser favorito. Aunque ha habido excepciones.
LAS ENCUESTAS
En el caso actual, la brecha en las encuestas entre Biden y Trump creció desde comienzos de año, de 4 puntos a oscilar hoy entre 7 y 10 puntos, según la fuente que se consulte. Una brecha de este calibre no implica una derrota segura, mucho menos en EE UU donde los presidentes se eligen mediante un mecanismo indirecto de colegio electoral (lo que permitió a Trump llegar a la presidencia en 2016 pese a haber logrado menos votos que su adversaria Hillary Clinton).
Los 538 miembros del colegio electoral son, en su mayoría, legisladores locales y dirigentes estatales de los partidos, en su gran mayoría desconocidos para la opinión pública. Cada estado tiene igual número de grandes electores como legisladores en la Cámara de Representantes (un número que depende de su población) y en el Senado (donde hay dos fijos por cada estado). California, por ejemplo, tiene 55; Texas 38; y Vermont, Alaska, Wyoming y Delaware solo tres. Salvo en dos estados (Nebraska y Maine), el candidato que obtiene la mayoría de votos se queda con todos los grandes electores. El “número mágico” para consagrarse Presidente es 270 electores.
Al día de hoy, los sondeos muestran una ventaja de Biden en estados péndulo (o bisagra) como Pensilvania, que suelen decidir el resultado de una elección, e incluso el ex vicepresidente amenaza con ganar en bastiones republicanos como Texas.
BALUARTES Y DESAFÍOS
Sin embargo, Trump espera el acompañamiento de estados industriales, en particular del rubro automotor, como Michigan; y también confía en el respaldo del voto campesino y de su base religiosa conservadora, los cristianos evangélicos.
Pero la situación económica es complicada. A comienzos de año, Biden podía parecer un cambio arriesgado cuando las cosas iban muy bien. Y la pandemia arruinó esa estrategia.
Los efectos del coronavirus sobre la economía de EE UU fueron contundentes. El desempleo trepó de 3,5 por ciento en febrero a 14,7 por ciento en abril, aunque luego bajó lentamente hasta ubicarse en 10,2 por ciento en julio. En el segundo trimestre del año, la economía se contrajo a una tasa de 32,9 por ciento, la caída más grande desde que se registra la variable.
Tampoco fue adecuada a la reacción de Trump ante las mayores protestas raciales desde la década de 1960, desatadas tras la muerte del afroestadounidense George Floyd, que murió asfixiado por un policía blanco en mayo.
Las manifestaciones ocurrieron en decenas de ciudades de todo el país, poniendo en el centro de la agenda política el tema de la injusticia racial y reabriendo el debate sobre el llamado “racismo estructural” en EE UU.
CONTROVERTIDA ESTRATEGIA
En el caso de Floyd, los expertos remarcan que Trump equivocó la estrategia al optar por atacar a los manifestantes, acusándolos de saqueadores y dando una respuesta de mano dura, desplegando la Guardia Nacional. De hecho, ayer anunció el envío de fuerzas federales para detener los “saqueos” y la “anarquía” en Kenosha (Wisconsin), donde dos hombres murieron durante las protestas que exigían justicia para otro afroamericano, Jacob Blake, a quien un policía le dio siete tiros por la espalda y lo dejó paralítico días atrás.
Pero toda crisis puede convertirse en una oportunidad. Hay un importante sector de la ciudadanía que busca “la ley y el orden”, una de las máximas del polémico Trump y que apoya sus drásticas medidas. Y si de acá a noviembre hubiera algún repunte económico, podría salir favorecido.
También existen muchos indecisos y las encuestas muestran que la calificación de favorabilidad de Trump permanece por el piso a nivel nacional (43 por ciento lo ve favorablemente, 55 por ciento desfavorablemente), un poco peor que el todavía dividido 46 por ciento favorable de Biden frente a un 47 por ciento desfavorable. Sin embargo, en 15 estados decisivos para ganar la elección, las opiniones de los votantes sobre los dos candidatos son casi iguales: el 52 por ciento tiene una opinión desfavorable de Biden, y el 54 por ciento sobre Trump.
Aunque el demócrata Joe Biden lidera las encuestas, todavía no está todo dicho
Durante todo su mandato, Trump sometió a Washington a su voluntad, pero ahora la crisis de salud pública es una prueba de fuego política. Estuvo a la cabeza de una economía en auge y se ufana de haberla creado. Volvió a llevar la puja electoral al centro del debate nacional, utilizando a la policía federal para imponer su visión sobre las protestas raciales. Se enemistó con los aliados históricos de EE UU en el planeta y cambió la forma en que el mundo ve al país.
Hasta ahora, una de las mayores habilidades de Trump como político fue erigir y afirmar su propia realidad política. Con tuits intimidatorios y generando un titular noticioso tras otro, logró esquivar escándalos que probablemente habrían terminado con la carrera política de cualquier otro.
Habrá que ver si puede remontar la pendiente electoral y conservar su trono en la Casa Blanca por otros cuatro años.
Un importante sector de la ciudadanía respalda “la ley y el orden”, máxima de Trump
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