Alberto y el campo apelaron al diálogo pero sigue la desconfianza mutua

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Por MARIANO SPEZZAPRIA

@mnspezzapria

El Gobierno no avanzó finalmente con la suba de retenciones a la producción agropecuaria, ni con la imposición de un techo a las paritarias salariales. El presidente Alberto Fernández parece haber recalculado la estrategia inicial, con la que sacudió el avispero tanto en el campo como entre los gremios, en un escenario dominado por el descontento que provoca el aumento de la inflación.

Tras el desfile de sindicalistas y dirigentes agropecuarios por la Casa Rosada quedó flotando la impresión de que Alberto Fernández privilegió que dos de las corporaciones más relevantes del país comprometieran su asistencia al Consejo Económico y Social que apenas comenzó a andar y que hoy sumará a empresarios del sector manufacturero y de las cadenas de supermercados.

El objetivo del Gobierno será alinear a todos los actores con el 29 por ciento de inflación proyectado en el Presupuesto 2021, aunque de movida el ministro de Economía, Martín Guzmán, admitió que ya estima el indicador en el 31 por ciento. El foco gubernamental está puesto sobre el precio de productos clave como la carne y el trigo, de fuerte incidencia en la canasta alimentaria.

Cuando la Mesa de Enlace ya se preparaba para una reedición de la “guerra gaucha” de 2008, el Presidente pisó el freno: luego de advertir que analizaba la posibilidad de subir las retenciones o fijar cupos a las exportaciones, dio un paso atrás ante los propios dirigentes agropecuarios que, en esos términos, aceptaron revisar la cadena de comercialización.

“Vamos a trabajar en conjunto para cuidar los precios”, repitieron por lo bajo tanto funcionarios como dirigentes del campo tras haber fumado repentinamente la pipa de la paz en la Rosada. En ese marco, la Mesa de Enlace aseguró que los productores de carne inciden sólo en el 20 por ciento del precio final, mientras que los de trigo oscilan entre el 7 y el 25 por ciento.

En rigor, los conocedores del mercado agropecuario dicen que la amenaza del Presidente y de su vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca, con el aumento de las retenciones no estuvo dirigida a la Mesa de Enlace sino a los complejos aceiteros, que tras la caída de Vicentin tienen cuatro grandes exportadores y gozan actualmente de los mejores precios internacionales de los últimos 8 años.

Tras las declaraciones de Alberto Fernández y de Todesca, los grandes exportadores de aceite firmaron un fideicomiso cuya función es que una parte del producto de las retenciones de soja, maíz y girasol se redireccione para compensar a los productores y que se garantice el abastecimiento del mercado interno. La misma lógica se podría aplicar con el trigo y la carne.

El foco del Gobierno está puesto sobre el precio de productos clave como la carne y el trigo

 

En el plano político, evitar una escalada con el campo parece fundamental para el Gobierno de cara al año electoral, porque de otro modo el rechazo en las urnas de provincias y ciudades muy ligadas a la actividad agropecuaria se haría sentir con fuerza. Aún sigue fresco el recuerdo de los comicios de 2009, cuando el propio Néstor Kirchner fue derrotado en territorio bonaerense.

Con el ministro de Agricultura, Luis Basterra, como una figura decorativa, en la reunión de ayer tomaron la palabra el canciller Felipe Solá -habló de la necesidad de aumentar las exportaciones para generar divisas- y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, que hizo un llamado a no fogonear las expectativas inflacionarias, en un país con una historia negativa en ese sentido.

Aunque la desconfianza sigue a la orden del día: para la Mesa de Enlace, la amenaza de suba de las retenciones está latente. Y para el Gobierno, el campo trabaja políticamente para la oposición.

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