“La edad media”: un peligroso juego pandémico que se volvió cine

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“La edad media”, ganadora de la competencia argentina del BAFICI gestada por la familia Moguillansky-Acuña en pandemia, se proyecta en el Malba y la Sala Lugones.

Luciana Acuña, bailarina, coreógrafa, actriz y directora, fundadora y co directora del Grupo Krapp, y Alejo Moguillansky, director, guionista, montajista y productor de cine a cargo de algunas de las comedias más interesantes del panorama nacional de los últimos años, dirigen y protagonizan, junto a su hija Cleo y su perra, Juana, este registro del confinamiento en clave de absurdo beckettiano. Un registro que nació, justamente, filmando por jugar mientras esperaban sin saber qué esperar.

El juego se transformó en un laboratorio de pruebas cinematográficas, le contaron a EL DIA en ocasión del estreno en BAFICI, hecho en casa que resultó en la historia de una familia, ellos mismos, viviendo burbujeantes desventuras pandémicas con aroma a Keaton y Chaplin; pero donde se cifraba, quizás y sin embargo, oculta entre tanta comedia, la cura para los males materiales, artísticos y metafísicos de una era, dos años, de incertidumbre. Una comedia, sí, un estallido de juegos y risas en medio de la pandemia, una comedia feliz. Pero también desesperada.

“Fue un gesto de supervivencia, al comienzo”, reconoce Moguillansky sobre la película que se puede ver los viernes en el Malba, a las 20, y que se verá en la Sala Lugones del porteño Centro Cultural San Martín este fin de semana a las 21, y desde el martes a las 18. “Un juego, pero un juego que se pone peligroso”, agrega. “Es un juego, pero es lo que hacemos para vivir, no es tan ingenuo, hacemos eso”, suma Acuña.

Un juego cuyo tablero era la propia casa que los encerraba, transformada en “un espacio de investigación, un laboratorio” donde probar “hasta donde se puede llegar filmando, haciendo sonido y cocinando al mismo tiempo. Entendimos que teníamos el set de filmación y a los actores y al equipo técnico disponibles todo el tiempo”, pero por otro, había que organizar a ese cuarteto polifuncional en medio de la vorágine de zooms, discusiones y cenas que fue la vida pandémica.

 

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