Expresiones populares argentinas: ¿de dónde vienen?
Edición Impresa | 17 de Diciembre de 2023 | 03:07

Si bien actualmente algunas expresiones caen en desuso, “en nuestras conversaciones, muchas veces utilizamos frases que tienen su etimología tiempo atrás y de las cuales desconocemos su real significado o la historia que las originó”, explicaron en un comunicado desde la plataforma Babbel, que reunió a un equipo de lingüistas para analizar la procedencia de estas frases.
“Conocer el origen y significado de las frases que utilizamos, con frecuencia, en nuestras conversaciones no solo añade saber a nuestro entendimiento del lenguaje, sino que también enriquece nuestra capacidad de comunicarnos de manera efectiva”, comentó Esteban Touma, profesor de la plataforma de aprendizaje de idiomas Babbel Live.
Cada una de esas expresiones populares encierra una historia fascinante que se conecta con la herencia y tradición de una sociedad. Desentrañar el origen de estas expresiones no solo revela sus significados intrínsecos, sino que también proporciona una valiosa perspectiva para comprender a fondo la idiosincrasia de un país, incluso las conexiones interculturales. Explorar las raíces de estas frases no solo es una indagación lingüística, sino también un viaje revelador hacia las capas más profundas de la identidad nacional, que muestra las influencias históricas, sociales y culturales que han dado forma a la riqueza del lenguaje popular.
La lista elaborada por los lingüistas incluye por ejemplo “tirar manteca al techo”, una frase que surgió a mediados del siglo XX, cuando los argentinos acaudalados viajaban a Europa de vacaciones por varios meses. Fue en esa época cuando el argentino Martín Máximo Alzaga Unzué y sus amigos jugaban a “embocar manteca” en el techo de los bares de París.
Los jóvenes de la alta sociedad argentina adoptaron esta costumbre en nuestro país hasta que la volvieron popular en los bares y restaurantes de Buenos Aires. Sin embargo, era un juego que solo practicaban “los niños bien”, porque eran quienes podían pagar la cuenta, por lo que la frase se comenzó a utilizar para referirse a las personas que poseen mucho dinero y les sobra tanto como para “tirar manteca al techo”, detallaron los lingüistas.
La investigación sobre las expresiones populares argentinas también se ha extendido a frases como “no dar bola”. Según la información proporcionada por Babbel, esta expresión tiene sus raíces en la cultura del billar. En este juego, la parte más valiosa de la mesa siempre ha sido el paño, la tela que cubre la superficie del billar. A principios del siglo XX, aquellos que no sabían jugar, generalmente jóvenes sin experiencia que se acercaban por primera vez a los cafés con mesas de billar, no se les permitía participar, es decir, no se les “daba bola”.
Los propietarios de estos establecimientos temían que los novatos, durante el juego, pudieran dañar el paño de la mesa con golpes bruscos, ya sea al romper una vidriera u otro objeto debido a la fuerza empleada al golpear las bolas. Con el tiempo, la expresión “no dar bola”, que originalmente significaba no permitir que alguien juegue por falta de habilidad, evolucionó y pasó a ser utilizada en un sentido más general para expresar la idea de “ignorar” o “no prestar atención”. Además, la frase fue reemplazada con el término “dar o no dar bolilla”. Este análisis revela cómo el lenguaje cotidiano puede tener su origen en situaciones específicas de la vida cotidiana, evolucionando con el tiempo para adaptarse a nuevos significados y contextos.
“Echarse un polvo”: En Europa, en los siglos XVIII y XIX, los burgueses y aristócratas solían aspirar polvo de tabaco, al que llamaban rapé. Esto les provocaba molestos estornudos, por lo cual era común, durante las fiestas y reuniones, disculparse con los presentes para llevar a cabo esa práctica en otro cuarto.
La frase adquiere su significado actual cuando se comienzan a aprovechar esas licencias o escapadas para mantener fugaces encuentros sexuales con amantes ocasionales. “Permiso, nos vamos a echar un polvo” era la disculpa habitual de parte de quienes necesitaban ausentarse.
Otra expresión de uso extendido en Argentina es “Agarrate Catalina”, cuyo origen se remonta a la década de 1940 y está ligada a la historia de Catalina, una trapecista valiente que formaba parte de un circo itinerante que recorría los barrios de Buenos Aires. Catalina provenía de una familia de trapecistas: su bisabuela, abuela y madre también habían sido artistas de este tipo, pero lamentablemente, todas perdieron la vida en accidentes relacionados con el trapecio. En el momento en que Catalina iniciaba su acto, era común escuchar a alguien gritarle “Agarrate bien, Catalina” como una especie de advertencia para que tuviera precaución. Con el tiempo, esta frase se transformó en una expresión popular utilizada para alertar a alguien sobre una situación potencialmente peligrosa.
En otro contexto diferente, a principios del siglo XX, existía una conexión entre la expresión popular y un producto alimenticio específico. En aquel entonces, la empresa Bagley fabricaba una famosa galletita llamada “Lola”. Esta galletita era considerada saludable por los médicos debido a sus ingredientes de alta calidad y la ausencia de aditivos artificiales. Los profesionales de la salud la recomendaban a pacientes y formaba parte de la dieta de enfermos en los hospitales, contribuyendo así a su popularidad y arraigo en la cultura alimentaria de la época.
Cuando alguien agonizaba, se utilizaba la expresión “No quiere más Lola” para insinuar que estaba entregado o que ya no tenía esperanzas de vida. Hoy en día, la expresión ha experimentado una transformación en su significado y se utiliza de manera más general para describir a alguien que abandona un objetivo debido al cansancio, la carga emocional o simplemente porque cree que no puede alcanzarlo.
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