La elección deja al país en un caos político y sin ningún liderazgo claro
Edición Impresa | 25 de Julio de 2023 | 05:26

España amaneció ayer en medio del desorden político luego de que las elecciones generales del domingo no dejaran a ningún partido con un camino claro para formar un gobierno por sí mismo.
La incertidumbre se profundizó cuando los dos principales partidos indicaron que esperan tomar el poder. Parece que lo único seguro es que el país enfrentará semanas, tal vez meses, de negociaciones políticas y posiblemente una nueva elección para solucionar el lío.
El Partido Popular (PP) de centro derecha de Alberto Núñez Feijóo obtuvo la mayor cantidad de votos y terminó con 133 bancas. Pero, contrariamente a lo que señalaban casi todos los sondeos preelectorales, el PP no alcanzó las 176 bancas que necesita un partido para asegurar la mayoría en el Parlamento de 350 asientos.
Incluso si el PP une fuerzas con el partido de extrema derecha Vox, que obtuvo 33 escaños, no alcanzará ese umbral.
En pocas palabras, la decisión del PP de considerar crear una coalición con Vox no rindió frutos entre los votantes. Con su intención declarada de destituir al presidente del gobierno Pedro Sánchez ahora lejos de ser segura, el PP insiste en que, como el partido mejor ubicado en la votación, tiene el derecho a formar gobierno.
El PP ha instado al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) a que se abstenga de votar en el Parlamento y le permita asumir el poder. Pero tal escenario es muy poco probable dada la animosidad tradicional entre los dos grupos. Asumir el cargo como un gobierno minoritario también dejaría al PP luchando por sobrevivir en casi toda propuesta de ley que presente. Además de Vox, el PP tiene pocos amigos en el Parlamento.
Pese a todos los pronósticos, Sánchez tiene una remota posibilidad de mantenerse en el cargo. Su partido, el PSOE, obtuvo 122 bancas y su principal socio potencial, Sumar, tiene 31.
Desde 2019, su gobierno de coalición de minoría izquierdista contó con el apoyo de pequeños partidos regionales en las regiones vasca y catalana. Sánchez podría intentar repetir ese acto de equilibrio. Pero incluso si logra reunir nuevamente a las tropas regionales, se avecina un gran obstáculo: necesitará el apoyo o la abstención del partido secesionista catalán Juntos.
El líder del partido, Carles Puigdemont, es miembro del Parlamento Europeo y vive en Bélgica. Pero también es un prófugo de la justicia española y enfrenta una posible extradición para ser juzgado por impulsar la independencia de Cataluña en 2017. Funcionarios de Juntos han dicho que querrán algo a cambio de hacer un trato con Sánchez. La idea de que exijan a cambio un referéndum de independencia para Cataluña abrirá una caja de Pandora tanto para España como para Sánchez.
Además del conservador PP y del socialista PSOE, los otros dos implicados principales son Vox, liderado por Santiago Abascal, y el movimiento izquierdista Sumar, encabezado por la vicepresidenta del gobierno, Yolanda Díaz.
La perspectiva de que España tenga un partido de ultraderecha en el poder por primera vez desde la dictadura del general Francisco Franco ha disminuido por el momento después que Vox perdiese 19 de sus bancas parlamentarias para terminar con un total de 33. Aun así, sigue siendo la tercera fuerza política del país.
Sumar, con 31 asientos, no logró desplazar a Vox del tercer lugar, pero ha anunciado que buscará formar otro gobierno progresista de izquierda con Sánchez.
El nuevo Parlamento se reunirá en un mes. De acuerdo con el procedimiento oficial, está previsto que el rey Felipe VI invite a uno de los líderes del partido -Feijóo o Sánchez- para intentar formar un gobierno. Ese líder sometería entonces su candidatura a votaciones parlamentarias. Cualquier candidato que obtenga suficiente apoyo puede formar gobierno.
Los 350 legisladores tienen hasta tres meses para llegar a un acuerdo. De lo contrario, habrá que convocar nuevas elecciones.
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