¿Por qué Gimnasia no sale de la mediocridad?

Sin el corazón en la boca como durante el final de 2023, pero sin salto de calidad a la vista, los hinchas apuntan a múltiples responsables por otro año perdido en el fútbol

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Decimoquinto en el campeonato, con 29 puntos. Decimoctavo en la tabla anual, con 45. Afuera de la Copa Argentina en cuartos de final y ahora sin la zanahoria de la Copa Sudamericana, que más allá de las posibilidades matemáticas es un imposible. Y con los 90 puntos acumulados entre el año pasado y este (porque Gimnasia hasta ahora igualó la pésima campaña que terminó en un desempate para no descender y deberá sumar mucho en estas cuatro fechas para cambiar la imagen) arrancará la temporada próxima con solamente seis equipos debajo en la tabla del descenso.

El párrafo anterior, largo y tedioso, es representativo del momento futbolístico albiazul. Sin vueltas, la campaña es mala y de aquel equipo con el que Marcelo Méndez ilusionó a su legada no queda nada, ni siquiera las ideas. Con una victoria en los últimos once encuentros, si bien empató (siete) más de lo que perdió (tres), en el debe está la forma de jugar: un equipo que perdió el desequilibrio por las bandas, la presión, la recuperación alta de la pelota y que no brinda seguridad defensiva, parece no saber a qué jugar, al contrario de ese inicio de ciclo en el que Méndez se mostraba muy distinto a su antecesor en el cargo, Leonardo Madelón. Hoy, Gimnasia es un equipo sin identidad y el DT podría ser cualquiera, tal la falta de sello que tiene su juego.

¿Dónde hay que buscar las responsabilidades de otra campaña gris, sin pelear absolutamente por nada? ¿Es el DT? ¿Son los jugadores? ¿Las responsabilidades son multicausales, esa especie de Fuenteovejuna que sirve para que, si las culpas son de todos, no sean de nadie?

La realidad es que la política de refuerzos de este año no fue buena. Algunos parecían bien apuntados y no funcionaron. Otros, fueron cuestión de fe, de que en el Lobo rindieran por encima de lo mostrado en otros clubes. Y algunos, simplemente inexplicables. En el mercado de verano con Madelón llegaron Federico Milo, Yonatán Rodríguez, Matías Ramírez Cristian Colmán (quienes ya no están en el club), Gustavo Canto, David Zalazar, Franco Troyansky (suplentes), Julián Kadijevic (apuesta), Marcos Ledesma y Juan de Dios Pintado, estos dos últimos los únicos que jugaron. Un 20% de efectividad.

Parecía distinto el mercado con Méndez, pero Valentín Rodríguez quedó en deuda, Nicolás Garayalde, Augusto Max y Enzo Martínez siguen bajo la lupa, Martín Fernández fue de mayor a menor, Norberto Briasco ha sido una gran desilusión, mientras que Juan Esquivel y Brian Blasi parecen no ser del gusto del entrenado. Benjamín Domínguez, transferido a mitad de torneo, es más valorado ahora que en cuando jugaba y-a veces- era cuestionado. Gimnasia y la mala costumbre de apuntarle más a los que juegan bien que a los laburantes del fútbol.

Hay jugadores que no pasan por su mejor momento. Sin tantas salidas (Saravia y Domínguez), las lesiones fueron diezmando al plantel: Lucas Castro y Pablo De Blasis estuvieron varias fechas afuera, Matías Abaldo nunca estuvo en su nivel por una pubalgia, Briasco ni siquiera arrancó. Igualmente, hay que tener cuidado con la tendencia al “que se vayan todos”, que sulen cargarse a jugadores que dieron mucho y todavía tienen para aportar. Un ejemplo es Leonardo Morales, lejos de su mejor nivel pero importante para este equipo. Y no hay que olvidarse que no llegarán mega cracks ni inversiones millonarias. El último central “de Selección” que trajo Gimnasia fue Cristian Ramos, que no rindió ni el 1% de lo que dio el Yacaré.

En ese contexto de jugadores que no atraviesan su mejor nivel, Marcelo Méndez -un DT con personalidad, trabajador, obsesivo-también ha incurrido en errores. El fundamentalismo del 4-3-3 pierde razón de ser cuando el medio no recupera y los extremos no son tales ni para abrir la cancha ni para desequilibrar en el uno contra uno. No lo es Pablo De Blasis, más necesario donde se cocina el juego con la cancha de frente. No lo es Santino Primante, un delantero que hoy no está para ese trabajo y que, más allá de los elogios por juventud y ganas, tampoco lo estuvo cuando el Tripero derrotó a Newell’s.

Para no dejar de tener los mismos resultados, el Lobo debe cambiar. Y eso no implica empeñarse económicamente al máximo, como se hizo en tiempos no muy lejanos y sin resultados positivos (a no ser que sea visto así un noveno puesto, la mejor campaña de Gorosito), sino elevar la vara y apuntar a calidad por sobre cantidad y a una mirada más certera en la búsqueda de esos jugadores que, sin ser figuras, puedan aportar soluciones. Depende de Méndez y de la dirigencia apuntar a otros objetivos.

 

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