Rusia y el derribo de aviones de pasajeros

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Rusia tiene antecedentes de derribar aviones de pasajeros y encubrirlos. El historial muestra cuánto vale la palabra de Moscú en el accidente del vuelo 8243 de Azerbaijan Airlines.

Hace una década, el vuelo 17 de Malaysia Airlines, que volaba de Amsterdam a Kuala Lumpur, se estrelló sobre una zona del este de Ucrania controlada por fuerzas respaldadas por Rusia, y murieron 298 pasajeros y tripulantes. El Kremlin negó su responsabilidad y formuló varias teorías conspirativas, culpando del accidente a un avión de combate ucraniano o a algún tipo de elaborado complot de la CIA.

Finalmente, una investigación dirigida por los holandeses demostró que el avión había sido derribado por un sistema de misiles tierra-aire Buk ruso disparado desde la región de Ucrania controlada por Rusia.

Hay que reconocer que este tipo de accidentes ocurren en tiempos de guerra en todas partes. El domingo, un crucero de misiles guiados estadounidense en el mar Rojo derribó por error un caza F/A-18 de la Armada que probablemente confundió con un avión teledirigido o un misil hutí (el piloto y un oficial de armas sobrevivieron con heridas menores después de eyectarse). En 1988, un buque de guerra estadounidense que luchaba contra cañoneros iraníes en el golfo Pérsico derribó un avión de pasajeros iraní que confundió con un avión de combate iraní, matando a 290 personas.

Pero cuando las naciones civilizadas cometen esos delitos, se disculpan y ofrecen reparaciones. No se niegan a admitir lo que hicieron ni tratan de culpar a otros por sus acciones. Sin embargo, ese ha sido el patrón reprobable del Kremlin desde el derribo del vuelo 007 de Korean Air Lines en 1983, lo que hace que sus protestas de inocencia en el caso del miércoles sean aún más desestimables.

Además, el accidente de Azerbaijan Airlines debe entenderse en el contexto de una guerra de agresión que el dictador ruso Vladimir Putin lanzó contra Ucrania, mientras pretendía, para beneficio de la opinión pública interna, que no era nada más que una “operación militar especial”.

Cuando se detectan aeronaves enemigas (tripuladas o no), el impulso normal de cualquier estado responsable es cerrar los aeropuertos cercanos y desviar todos los vuelos. Ucrania ha ido más allá y ha cerrado todo su espacio aéreo a la aviación civil por temor a que un avión de pasajeros sea derribado por misiles rusos o por las defensas aéreas ucranianas. Por eso, quienes viajan a Kiev deben emprender un largo viaje en tren desde Polonia.

También se sabe que Rusia ha cerrado temporalmente aeropuertos como resultado de ataques con drones ucranianos, el más reciente el sábado en la ciudad de Kazán, en el sur de Rusia. Pero esos cierres sólo se llevan a cabo a regañadientes porque entran en conflicto con los intentos de Putin de proteger a su población de las consecuencias de su “operación militar especial”.

 

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