Molino Campodónico
Edición Impresa | 27 de Junio de 2024 | 06:09

Por CECILIA FAMÁ
Cada 30 de junio se celebra el Día del Trabajador Molinero. Y para conmemorarlo, visitamos el Molino Campodónico. Nacido en 1888, menos de una década después de la fundación de La Plata, funciona desde entonces las veinticuatro horas, cada día de la semana, en su histórico solar comprendido entre 1, 2, 57 y 58. Hablamos con su presidente Alejandro Campodónico, con Pablo Campodónico, Director comercial y con Nicolás Gil, actual CEO de la empresa; los tres son familia, y junto a otros miembros del clan y un gran equipo, llevan adelante la tarea de moler trigo, fabricar harina y estar atentos a las tendencias gastronómicas y del mercado para elaborar un producto distintivo cuyos diferenciales sean la calidad y la inocuidad.
Gourmet se sentó con ellos en torno a la mesa del directorio; recorrió la fábrica, y conoció la centenaria casona familiar, un tesoro oculto a metros del Bosque que fue la vivienda de don Miguel Campodónico y los suyos, y ha sido desde siempre testigo y faro de cinco generaciones molineras.
“La capacidad prima sobre el apellido en esta Pyme, que es más ‘me’ que ‘py’, y que, a pesar de sus crisis generacionales, supo enfocarse en la profesionalización en pos de buscar siempre una mejor calidad… Además, la ‘italianidad’ ha sido siempre uno de los valores de la familia” sintetiza Alejandro, y toma la posta Pablo: “Miguel era práctico mercante en Italia, y cuando llegó a Argentina trabajó en embarcaciones vinculadas con la actividad cerealera. Al gestarse la ciudad de La Plata, se hizo evidente que la zona requeriría la instalación de un molino para abastecer de harina a quienes estaban trabajando; fue así que se instaló en el barrio de La Granja, y fundó el molino El Cisne junto a dos socios, para luego instalarse aquí, también como parte de una sociedad. Murió joven, en 1915. Guardamos sus libros contables de la época; Miguel anotaba todo, y eso nos dejó un registro de cómo fue la actividad de aquel momento y también de cómo era él”.
“Creemos que la segunda generación trascendió al fundador, lo que es uno de los desafíos más difíciles de las empresas familiares, generando un gran vínculo con la sociedad platense, como el Hospital Italiano local. En su rica historia aparecen etapas complejas, como la transición entre la segunda y la tercera generación. Ésta última, formada por profesionales de diversas disciplinas, se incorporaba a la Sociedad, sin dejar sus profesiones. A partir de ese momento, entre las décadas del ‘70 y del ’80, en el Molino se profundizó la profesionalización de la gestión”. Con ese aprendizaje, las generaciones posteriores se incorporaron a la sociedad más tempranamente, coinciden los primos Alejandro y Pablo, ambos de la cuarta camada, la que viendo en retrospectiva aquellos avatares se involucró desde la juventud.
Lo mismo ocurre con la quinta generación, de la que es parte Nicolás Gil, hijo de Ernesto Gil Campodónico. Con sus flamantes 37 años, hoy es el gerente general del molino. Actualmente existen 160 molinos en el país, y Campodónico se sitúa en el quinto o sexto lugar del “top ten” en productividad. Sin embargo, no es la cantidad sino la calidad lo que marca el rumbo actual de la firma.
DE CARA AL FUTURO
“Desde hace varios años trabajamos en cómo distinguirnos, cómo ser diferentes y cómo pararnos frente al futuro. Abastecemos de harina a industrias y también a panaderías, pizzerías, restaurantes, fábricas de pasta, de panificados, de galletitas… Cada uno de esos consumidores necesita productos diferentes, por lo tanto, venimos trabajando en la especialización para cada demanda. Las necesidades de la gastronomía son nuestro norte, lo que nos marca qué tipos de máquinas tenemos que tener, qué tipo de productos debemos elaborar para que el pan que haga tal o cual cocinero tenga determinadas características únicas, y él o ella puedan lograr lo que se proponen. Somos un eslabón anterior a la cocina, al horno; lo sabemos y trabajamos con esa responsabilidad”, dicen.
Desde hace unos cinco años hacemos harina orgánica; un producto mejor tratado
“Uno de nuestros nichos es el de las fábricas de pastas. Tenemos un producto específico para pastas artesanales. Haber abastecido a grandes firmas de panificados nos hizo también marcar una diferencia, y empezar a hacer productos a medida, que aguantan largas fermentaciones, cuyo resultado final sea de una calidad superior”, repasan: “Antes se hacía pan con otros tiempos; el tiempo es parte de los ingredientes que tenía el pan tradicional. Desde hace unos años, los emprendedores jóvenes empezaron a entenderlo, y a hacer productos de larga fermentación, que no sólo son más ricos, sino más sanos. Hay muchos referentes en ese sentido, tanto en CABA como en nuestra ciudad, que son parte de este cambio que se está dando, y creemos que es hacia donde va todo: las nuevas panaderías, con procesos ‘de antes’”, señala Pablo, feliz de lo que está pasando y de los nuevos desafíos que cada cambio dentro de la gastronomía les impone a la familia. Los aceptan todos.
“Lo nuestro tiene que ver con las necesidades que tienen hoy los cocineros, los panaderos. Por eso surgió también el proyecto de hacer harina orgánica. El presente nos muestra que la alimentación del futuro va a ser mucho más saludable; en las generaciones actuales hay mucha conciencia en alimentarse de esa manera y de que sus hijos coman más sano. Por eso, desde hace unos cinco años hacemos harina orgánica; un producto mejor tratado, que hoy constituye un 10% de nuestra producción pero sabemos que va crecer en forma constante” revelan los Campodónico: “hoy contamos con tres líneas; una de autor, que es la que lleva el apellido en la etiqueta, y que es la de las especialidades -como por ejemplo, ‘La Fuerza’, para pizzas napolitanas, o los panes blandos; la segunda es ‘Raíces’, que es orgánica; y también está ‘Harinísima’, que es la genérica, la que más usan los panaderos, e incluye semolines y otros productos”. Las premezclas, por su parte, se llaman Mirácolo.
PARARSE FRENTE AL FUTURO
El Molino Campodónico es el primero de Sudamérica en convertirse en una Empresa B. “Hoy el camino es la sustentabilidad, y pudimos calificar con esta denominación por nuestro compromiso con el medioambiente, la economía y la sociedad” dice Nicolás, que se ha capacitado en Finanzas y Agronegocios en diferentes países de Europa, y conoce bien cuáles son las tendencias a nivel mundial: “Esta es nuestra manera de mirar al futuro; midiendo nuestro impacto ambiental, y estando insertos en la sociedad como lo han hecho las generaciones anteriores de la familia”.
BIODIVERSIDAD
• Huella de carbono de Molino Campodónico: en el 2023 se trabajó en la mitigación, y una disminución del 50% con respecto a 2022.
FORMACIÓN Y CAPACITACIÓN
• Se realizan pasantías con universidades de la Región, y prácticas profesionalizantes con colegios industriales.
ENERGÍA, AGUA Y RESIDUOS
• Más del 80 % de la energía consumida en la Planta 58 proviene de fuentes renovables (incremento del 50 al 80% de un año a otro)
• Más de 177.232 kg/ud de residuos gestionados durante 2023. (acuerdos con Amiplast y Esur)
COMUNIDADES
• Molino Campodónico colaboró con 30 instituciones a través de donaciones (12 centros asistenciales + 16 instituciones educativas y 2 residencias para personas).
“Hacemos acciones con merenderos, con el Banco de Alimentos… los Campodónico siempre estamos relacionados con la sociedad, es nuestro legado” plantan bandera: “nosotros estamos orgullosos de ser platenses, de que nuestro apellido pueda trascender, ya sea llevando nuestra harina a chicos o familias que la necesitan, o posicionando al molino hoy en día como una Empresa B, con el foco puesto en la sustentabilidad. Somos parte de un proceso que, hoy en día, tiene estos resultados”.
¿Qué hay más allá? “De todo”, responden al unísono. Y es que la pasión y el trabajo no se detienen. Habrá que esperar a que los Campodónico nos sigan sorprendiendo. Para ellos, el futuro llegó hace rato, y lo siguen construyendo. Sin prisa. Pero sin pausa.
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