La justicia en el fútbol ha perdido credibilidad con la manipulación del VAR
Edición Impresa | 6 de Octubre de 2025 | 03:06

Martín Mendinueta
@firmamendinueta
“El VAR vino para aportarle claridad al fútbol”. La frase, repetida hasta el hartazgo por el establishment argentino del deporte más popular, no se percibe en lo cotidiano. Por el contrario, el negocio de la pelota que nos marcó desde chicos ha perdido credibilidad en la tan sensible como indispensable balanza de la justicia. Las sospechas crecen y se multiplican por la sucesión de fallos difíciles de explicar.
Los hinchas han dejado de hablar del juego y de los rendimientos individuales porque están ocupados en la discusión sobre lo que deciden los que integran “el ministerio arbitral”.
Hoy cada árbitro tiene tres colaboradores en el campo y otros tres en la ya famosa sala de Ezeiza. Sin embargo, la credibilidad arbitral se está erosionando de un modo grosero.
La sensación de ecuanimidad y de justicia ha experimentado un ejercicio insalubre: Cada vez más responsables de las decisiones dejan como resultado menor eficacia. Se puso en marcha un mecanismo inversamente proporcional. Sumaron gente como VAR 1, VAR 2 y Quality Manager, restando en la mirada popular la indispensable garantía de ecuanimidad.
Estudiantes acumuló méritos suficientes como para quedarse con todo lo que había en juego, pero la trama arbitral lo dejó indignado, sintiéndose perjudicado.
Más allá de ciertas licencias con las que cuenta el equipo de indudable ligazón con el presidente de la AFA (durante el primer tiempo hubo varios fallos menores donde el juez siempre decidió para el lado visitante), el gol de Candia y la anulación de la anotación de Tiago Palacios treparon a la cumbre de los cuestionamientos.
En el empate de Barracas Arasa no fue llamado para que revisara si hubo o no infracción de Bruera sobre Facundo Rodríguez; y en el tanto de Palacios se trazaron dos líneas: una con la posición de Carrillo, la que más dudas dejó, y otra con la ubicación del autor del gol cuando la pelota sale de la cabeza de su compañero. Que en ambos casos, tan “finitos”, la resolución haya favorecido al mimado huésped generó irritación.
Décadas atrás el árbitro edificaba o destruía su reputación como gran protagonista. Hoy, la responsabilidad está licuada. Opinan muchos, demasiados, y no está claro quien termina definiendo cada situación.
Guido Carrillo no se cansa de ratificar su enorme valor como sostén de las metas que persigue el León
Así, el fútbol huele a podrido. Han creado un ministerio arbitral (cada vez hay más empleados), y lo único que se consiguió fue aumentar el nivel de sospecha sobre la manipulación de acciones decisivas.
Evidentemente, la generación de divisas goza de buena salud y, por eso, no hay atisbos de un cambio que frene tan oscuro panorama.
El artillero de Magdalena será vital en la parte final
Estudiantes debe cuidar a Guido porque no tenerlo en la definición del campeonato le restaría mucha fuerza a su ambición por conseguir más gloria. Carrillo es bastante más que su hombre-gol, representa un faro indispensable.
Fabricio Pérez está creciendo, Medina fue el que mejor llevó la pelota hacia adelante y Cetré entró dándole vigor a la ofensiva.
La actualidad albirroja no es brillante, pero tiene argumentos válidos como para animarse a luchar contra cualquiera que se le pare enfrente. Tiene la obligación de ir por todo.
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