Miguel Russo presente en el color del clásico

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Cuando Ramírez marcó el final y el 2 a 0 para Boca ya estaba sellado, el recuerdo de Miguel Ángel Russo sobrevoló la Bombonera. “Eternamente gracias Miguel” decía la bandera con la imagen del entrenador xeneize de la eterna sonrisa , cuyo recuerdo volvió una y otra vez desde las voces de los protagonistas. La Copa Libertadores, el escudo xeneize y la firma del Jugador Nº 12 completaron la escenografía que emocionó a todo Boca.

Desde muy temprano, los hinchas coparon las inmediaciones del estadio. La entrada en calor marcó el termómetro de la tarde, con aliento para el local y abucheos para los jugadores millonarios, a quienes le lanzaron gallinas de juguete sobre el arco donde Franco Armani hacía la entrada en calor. Los hinchas dejaron la garganta al grito de “Nacieron hijos nuestros, hijos nuestros morirán…”, mientras un colaborador de River recogía los juguetes y los arrojaba fuera del campo de juego.

Cuando los equipos hicieron su ingreso al campo de juego junto al árbitro Nicolás Ramírez, la Bombonera estalló. Ni bien el capitán Leandro Paredes se asomó por el túnel, una lluvia de papelitos (como en viejos tiempos del fútbol argentino) cayó desde las cabeceras, al mismo tiempo que se desplegaron tres telones donde se ubica el grueso de la hinchada. Además, en la zona de palcos también se desplegó una bandera con la leyenda: “Boca es grande por su gente”. Del otro lado, hubo otro trapo enorme con la frase “La 12. La leyenda continúa”. Bengalas con los colores azul y amarillo completaron la escenografía del estadio xeneize.

Ya el sábado a la noche los futbolistas boquenses habían recibido un enorme respaldo con una gran movilización de hinchas al hotel donde el plantel esperó concentrado el superclásico. A puro bombo, bengalas, cantos y pasión, los hinchas habían modificado el ritmo habitual de la 9 de Julio.

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