Alberto Sbarra muestra sus apuntes libres para otra historia del arte

El arquitecto y artista muestra en City Bell 250 dibujos donde repasa, juega, reinventa y reescribe el canon artístico

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Por PEDRO GARAY

pgaray@eldia.com

En una pared de City Bell cuelga otra historia del arte, libre, improvisada: la galería Reinventarse (474 y diagonal 3) muestra los “Apuntes para una historia del arte” de Alberto Sbarra, casi 250 dibujos que forman un mural de 7 metros de largo y que estarán expuestos hasta fines de noviembre.

El formato los unifica, todos trazos negros sobre hojas blancas, A4, colgadas una al lado de la otra “como escamas”, dice el artista y arquitecto. Pero los define la diversidad. Por un lado, algunos dibujos reversionan obras vistas en museos y enciclopedias, de Goya, Pelayo, Rembrandt, Picasso, los muralistas mexicanos, paisajes chinos, obras de los pueblos originarios y hasta la Tortuga Manuelita. Son bocetos, que le permitieron estudiar esas obras, reinventarlas, deformarlas, las reinterpretarlas. “Bosquejo esas obras porque me atrae, no hay una explicación: me atrae la obra, la composición, la manera en que algo está expresado”, explica Sbarra.

Por otro lado, al lado de estas versiones de obras universales cuelgan lo que Sbarra llama “dibujos de la memoria”, dibujos que quizás sostienen alguna semejanza con alguna pìeza histórica, “quién sabe de dónde vienen”: Sbarra cuenta que alza el puño y dibuja, sin pensar. Un tributo a Paul Klee y su idea de que “un dibujo es simplemente una línea que va a dar un paseo”, una idea que refleja el amor por el jazz y la improvisación de Sbarra: “La historia la construís en general después de que terminás el dibujo. A veces mucho tiempo después”.

El mural está compuesto así por invenciones y reversiones, y cada uno de los 250 bocetos explora también distintos estilos, trazos más gruesos, más realistas, más expresionistas, unas pocas líneas simples o imágenes recargadas de negro.

LA LIBERTAD DEL DIBUJO

Las obras fueron realizadas en momentos robados al día, sin planificación, a lo largo del tiempo, sobre cuadernos, papeles sueltos, agendas cuyas marcas de tiempo permanecen en algunos de los dibujos. “Me gusta”, dice el artista y arquitecto, “porque permite que se sepa que no necesitás nada especial para dibujar”.

En la presentación de la muestra, de hecho, Sbarra mostró imágenes que dibujó en la escuela primaria: una manera de pararse frente a los cánones oficiales del arte, parte de la idea de su mural. “Uno abre una historia del arte, y se siente arbitraria, faltan un montón de cosas”, dice. No hay música, no hay cine, no hay danza. “¿Por qué no es parte de la historia del arte el arte de los niños? Los maestros fueron muchas veces a buscar en el arte de los niños la espontaneidad, cansados de las estructuras del arte”, lanza. “Esa fue un poco la idea que disparó esto: la idea de que yo también puedo hacer una historia del arte, igual de arbitraria”.

 

“Uno abre una historia del arte, y se siente arbitraria, faltan un montón de cosas. ¿Por qué no es parte de la historia del arte el arte de los niños?”

Alberto Sbarra,
artista y arquitecto

 

Docente y decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNLP, Sbarra ha obtenido numerosos premios como arquitecto, pero en paralelo desarrolló una tarea artística que atraviesa décadas, y donde ha replicado ese gesto iconoclasta: todo, los grandes maestros, los materiales más mundanos, los temas universales y cotidianos, sirvió de inspiración para un arte libre de confines.

Los dibujos de sus “Apuntes para una historia del arte” son una muestra de esa pulsión, y completan la muestra, además, cinco puntos donde exhibe su experimentación diferentes técnicas y tamaños, y que además muestra varias etapas de Sbarra como artista: “Altamira”, “Venecia”, “Recuerdos de Goya”, “Encuentro fugaz”, y un homenaje a Reinaldo Giudici con una versión contemporánea de su obra “La sopa de los pobres”, la pintura de mayor formato de la muestra.

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