Alejandro Dolina: “Más trata uno de eludir el destino, más lo cumple”

El escritor y conductor de radio llega a la Ciudad con “La noche extraviada”, una pequeña comedia con aliento trágico

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Por PEDRO GARAY

pgaray@eldia.com

Hace un tiempo, Alejandro Dolina presentó un libro de poesía de Cora Barengo, “La noche extraviada”. Y allí mismo apareció la chispa que encendió una obra “pequeña, humilde”, una comedia algo trágica “sobre la angustia”: “Se nos ocurrió que algunos de esos poemas podían formar parte de una pequeña comedia”, relata Dolina, en diálogo con EL DIA, antes de visitar el Coliseo Podestá con la pieza “La noche extraviada o los Libretistas del Mundo”.

Una propuesta que muestra otro lado de Dolina, distinto al radial: sobre escena están solamente Barengo y él, encarnando a un conferencista “que recibe todas las noches instrucciones de unos personajes que aparecían ya en ‘Crónicas el Ángel Gris’: los Libretistas del Mundo, agentes del destino que te hacían llegar cada tanto unos libretos para que cumplieras en tu vida”.

Pero el personaje “está cansado de esos libretos, que son siempre los mismos, que no le otorgan libertad ni esperanza: él espera un amor, algo nuevo, una ilusión, y lo único que llega son mandatos para dar siempre la misma conferencia, una conferencia sobre poesía y arte. Y el tipo empieza a pensar que quizás, el arte, la poesía, sirvan para algo, sirvan para torcer el destino, y empieza a hacerle trampa a los Libretistas”.

Por un momento cree que la cosa funciona, “que ha conseguido cierta libertad, que puede decidir sus actos sin someterse a los mandatos ajenos. Pero como pasa casi siempre, cuando uno más trata de eludir al oráculo, al destino, más lo cumple. Y a veces, con un dejo de burla del destino”, se ríe Dolina.

COMEDIA Y TRAGEDIA

Sobre el escenario, Dolina canta y todas las mujeres que le traen esos libretos están encarnadas por Cora: son ellos dos, una puesta íntima y sencilla, donde Dolina canta algunas canciones y hay pasos de comedia entre cada una de las mujeres y el conferencista. Pero “el final es trágico, como son trágicos los finales de todos nosotros. Aunque una especie de intuición acompaña al tipo: que la poesía tiene algo poderoso, que sirve para al menos pelearle al destino, aunque también tiene algo de engaño. Pero quizás ese engaño sea nuestra única y pequeña esperanza”.

Esa ambigüedad, ese sentimiento entre el humor y la tragedia, parece acompañar siempre la obra de Dolina, que en “La noche extraviada” vuelve a hacerse una pregunta primigenia, milenaria: “¿Somos capitanes de nuestro barco, o esclavos de mandatos? ¿Podrá escapar el conferencista a su destino?” La obra no da respuesta: transcurre en la niebla, metáfora de esa ambigüedad, es tanguera, griega, “muy sentimental” según la define Dolina.

La falta de respuesta genera angustia. También una sonrisa, de soslayo, robada al destino, como un acto de resistencia frente a esa angustia. “¿Cómo nace la angustia? Nace cuando uno se entera que se va a morir. Y desarrolla algún tipo de resistencia”, dice Dolina. “Hay un deseo de que la vida permanezca siempre, pero tenemos la certeza de que uno a uno vamos a ir perdiendo a nuestros seres queridos. Pero a la vez nuestra propia grandeza nos causa gracia: ese es el elemento humorístico que a veces aparece en la tragedia”.

Dolina llegará el domingo a la Ciudad en medio de una ajetreada agenda: ya estuvo en La Plata hace poco con “La conversación infinita”, el espectáculo que tiene junto a Darío Sztajnszrajber, mientras celebra 40 años de “La venganza será terrible”, aunque no hubo celebración, “no hemos hecho ni un solo festejo, ni una sola función de los 40 años”, se ríe. “Apenas alguna mención, más bien cínica, en la presentación del programa”.

 

“La poesía sirve para pelearle al destino, pero tiene algo de engaño. Quizás ese engaño sea nuestra única esperanza”

 

Además, los lunes está en Blender, y algunos de los streamers allí consideran lo que él hace en “La venganza” como una especie de precursor del streaming. Dolina, sin embargo, disiente: “No hay que engañarse, el streaming es una especie de televisión de bajo presupuesto. Una mezcla de televisión y radio, los tipos van ahí, mal vestidos, siempre el mismo plano. Y lo que hacíamos nosotros se parece más al teatro, no tiene que ver con la tele. Hacemos radio, pero lo hacemos en un teatro, y la gente va a verlo. Y les gusta más verlo que escucharlo en su casa, porque el actor y el espectador están bajo un mismo techo, conectan de un modo que no es radial, es teatral”.

Alejandro Dolina

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