Gabriel Báñez, todo literatura

Un novelista excepcional, admirado en nuestro país y galardonado en el extranjero. Al igual que Benito Lynch, el cine argentino se basó en uno de sus libros, “Los chicos desaparecen”

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Gabriel Báñez (1951-2009) era todo literatura. Y en su posteridad lo sigue siendo. Cuando saludaba al llegar, mientras permanecía o cuando se retiraba y despedía, todo con él tomaba al instante una forma literaria, todo con él se volvía inesperado, creativo.

Se sabe que como pocos otros escritores, sus obras fueron reconocidas en el país y en el exterior. Su figura y trayectoria acaso sólo tienen un posible parangón con otro gran escritor platense de antes de mediados del siglo XX, Benito Lynch, también periodista de este diario durante muchos años.

 

Fue autor de una decena de novelas, con reconocimiento nacional e internacional

 

Cuando entraba a la Redacción de El DIA sonreía de felicidad y de inmediato levantaba sonrisas como respuestas naturales. Respiraba con placer la atmósfera del diario y así cumplía la rutina de llevar el material del suplemento los jueves. A veces, para compensar, hacía como que se enojaba y se retiraba dando un portazo, pero por dentro se divertía y hacía reír a todos.

“¿No me toman como cronista para notas de color? Miren que ando bien...”, decía. Claro que andaba bien. Lo había demostrado durante décadas. En una oportunidad, cuando un secretario de Redacción le pidió que escribiera una columna sobre el fenómeno de los enanitos verdes, que atraían a La Plata, no sólo a los platenses sino a miles de visitantes que venían de todas partes, redactó un artículo inolvidable.

Todo literatura, todo creación, todo novela. En su siempre concurrido taller nadie se aburría, porque hervían las metáforas, y el buen estilo al escribir se volvía obligatorio. Sus enseñanzas eran de alta técnica. Son centenares las personas que hoy recuerdan también sus clases.

Al día siguiente de su fallecimiento se dijo en este diario en la nota necrológica: “Apasionado por las letras, su curiosidad incansable también lo llevó a explorar otros universos: la historia, la política, la filosofía, el psicoanálisis y el cine que, entre otras disciplinas, ejercían en él una fuerte atracción. Esa voracidad nutrió su extraordinaria formación intelectual, a la que combinaba siempre con un gran sentido de la ironía y el humor”, decía.

RECONOCIMIENTO

Fue autor de una decena de novelas que tuvieron reconocimiento nacional e internacional. Su obra, “La cisura de Rolando”, obtuvo en octubre de 2008 el Primer Premio Internacional de Novela Letra Sur y cosechó numerosos elogios de la crítica especializada, además de haberse convertido en un suceso editorial. Y la mayoría de sus ficciones tuvieron como escenario a nuestra ciudad.

Parajes; El Capitán Tresguerras fue a la guerra; Hacer el odio; El Curandero del Cuarto Oscuro; Góndolas; Paredón, paredón; Los Chicos desaparecen; Virgen; Jitler; son parte de los títulos de otras novelas suyas que también merecieron distinciones y reconocimientos literarios en el país y en el exterior.

Al igual que ocurrió con Lynch, el cine argentino se ocupó de llevar alguna de ellas a la pantalla. Es lo que ocurrió con “Los chicos desaparecen”, protagonizada por Norman Brisky y Lorenzo Quinteros, filmada buena parte de ella en La Plata, que obtuvo destacados reconocimientos en festivales internacionales y ejerció con pasión el periodismo.

En los últimos años creó además su propio blog donde reflexionaba sobre literatura y otros temas de la coyuntura nacional. Era notable cómo se divertía –en el mejor sentido de la palabra- con la inteligencia propia y la de los demás. Tenía algo de incitador de talentos y lo hacía sin esforzarse.

AL SERVICIO DE NOVELISTAS

Además, durante años fundó y dirigió “La Comuna Ediciones” (que años después conduciría su hijo Facundo, también escritor), la editorial de la Municipalidad de La Plata, un ámbito en el cual se destacó por la apertura y el pluralismo al servicio de novelistas, dramaturgos, ensayistas y poetas jóvenes de la Ciudad que buscaban editar sus primeras obras. En su trayectoria también brilló su vocación docente. Enseñaba su arte, y lo hacía con sabiduría y generosidad. Estimulaba a los más jóvenes y sabía reconocer en ellos la potencialidad y el talento. Muchos lo recuerdan como un gran maestro.

Pocos días antes de su fallecimiento el “Comité Organizador para la participación argentina en la Feria Internacional del Libro de Frankfurt 2010” aprobó la traducción de obras de autores argentinos para ser presentadas en ese foro mundial: Gabriel Báñez figuraba en ese selecto listado junto a los escritores más destacados de las letras de nuestro país.

“Era vehemente, apasionado, polémico, discutidor. Era, a la vez, un hombre sensible, capaz de emocionarse y conmoverse por circunstancias cotidianas. Fervoroso simpatizante de Estudiantes, era un agudo analista de fútbol y un “estudioso” de otros deportes, como el box y el automovilismo. De conversación amena, siempre propiciaba un intercambio enriquecedor. Cálido, punzante, expansivo, el encuentro con Báñez nunca pasaba desapercibido”, lo recordaba así en su despedida un cronista anónimo.

La vida de este talentoso escritor concluyó a los 58 años de edad, cuando su trayectoria se encontraba en creciente auge y llegaban los reconocimientos.

“Los Chicos Desaparecen” . Filme escrito por Gabriel Báñez y dirigido por Marcos Rodríguez, en rodaje en nuestra Ciudad con la actuación de Norman Brisky / Archivo

 

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