El hombre que vio en el arte una fórmula para unir a los pueblos

Numa Rossotti, diplomático, artista, escritor, músico. Un platense que sembró cultura y amistad. Su trascendente legado al MUMART

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Diplomático de relieve, artista, coleccionista, escritor, excelente pianista, Numa Rossotti fue un platense forjado en el molde de las grandes personalidades argentinas del siglo XIX que, a partir de sus esfuerzos y estudios, combinaron con maestría el ejercicio de actividades tan exigentes como dispares.

Fueron figuras que intermediaron entre el conocimiento y la sociedad mediante un servicio generoso, casi apostólico a lo largo de sus vidas.

Se lo recuerda en especial por el legado que le dejó a la Municipalidad, esto es una rica colección de pinturas y otras obras que dieron origen al Museo Municipal de Arte (MUMART).

Nació en La Plata a fines del siglo XIX, en aquella ciudad que daba sus primeros pasos para convertirse en faro cultural de la Provincia. Perteneció a una familia que estuvo vinculada al periodismo y a la vida intelectual. Entre sus antecesores se encuentra Horacio Rossotti, secretario de Almafuerte, que conservó en perfecto estado centenares de originales del poeta, con los cuales se pudo rescatar y sistematizar la totalidad de los trabajos literarios del autor de El Misionero y de otras inolvidables obras.

Cabe consignar que su sobrino, también llamado Numa Rossotti, que era hijo de Horacio, fue un destacado dirigente de nuestra zona, de reconocida trayectoria, que se convirtió en figura señera del Club de Regatas. Fue también un destacado funcionario público, que falleció en 2009.

CULTURA, POLÍTICA Y ARTE

Lo cierto es que su tío, el primer Numa Rossotti de quien aquí se habla, había nacido rodeado por la cultura, la política, el arte y la lectura, que formaban parte de las conversaciones familiares en las que se formó. Después esas charlas se convertirían en hechos concretos y en la realidad existencial de Rossotti.

Desde muy niño había aprendido música y ya sentía la gravitación de las diversas corrientes culturales, sobre todo de aquellas vanguardias que en Europa sembraban modelos a seguir.

Sus tempranos estudios de piano y de pintura lo convirtieron en un apasionado intérprete de ambas expresiones. Se adentró en la composición musical, en su preparación como pianista y, ya joven, se incorporó a la carrera diplomática que lo llevaría después a desempeñarse en las principales capitales del mundo.

De modo que en 1911 se estableció en París, en donde se sumó a la intensa vida cultural de la capital francesa. Allí se relacionó con el pintor catalán Hermenegildo Anglada Camarasa, uno de los grandes modernistas catalanes, con quien compartió exposiciones.

LA DIPLOMACIA

En su carrera como diplomático, Rossotti fue asignado a diversos destinos, representando a la Argentina en varios países de Europa, en el País Vasco y más tarde en la ciudad de Bilbao, donde ejerció el cargo de Cónsul durante ocho años. Su hogar se convirtió en punto de reunión para pintores, músicos y escritores, en reuniones que atrajeron a la élite bilbaína y a figuras de la política española. Su joven esposa se convirtió en anfitriona de esos encuentros.

Tal como dirían después las crónicas periodísticas de nuestro país, “Rossotti supo combinar con naturalidad su función diplomática, cargada de exigencias políticas como administrativas, con la de artista”.

Suplemento Aniversario
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Numa Rossotti

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