“Carlitos” Rafertti, un personaje platense del tango y del fútbol
Edición Impresa | 19 de Noviembre de 2025 | 00:06
Siempre impecablemente vestido con elegantes trajes y sobrios pañuelos a la vista en el bolsillo del saco, además de zapatos que llamaban la atención por un brillo que nunca parecía disminuir, lo mismo que su amabilidad y su muy respetuosa forma de expresarse con todos. “Un caballero desde el pie hasta el alma”, podría decirse de él parafraseando a Mario Benedetti, a quien incluso Rafertti llegó a conocer en Montevideo cuando el escritor uruguayo no había alcanzado aún la fama literaria.
Para todos era “Carlitos”. Tanto en los bares del centro platense, como en la cancha de Gimnasia y en el mundillo artístico.
Un auténtico personaje de La Plata, ciudad en la que nació el 14 de marzo de 1924.
Fue un destacado alumno en la primaria y en el secundario, pero siempre “le tiró” el tango y por ese camino transcurrió una buena parte de su vida ya desde la adolescencia, lo mismo que su amor por Gimnasia.
Frecuentaba la redacción de EL DIA desde los comienzos de su carrera artística, en la primera mitad de la década de los 40, casi hasta el final de su vida, la que se apagó cuando el nuevo siglo daba sus primeros pasos.
En Gimnasia tuvo una extensa labor que se prolongó durante más de cincuenta años cumpliendo desde joven distintas y muy variadas funciones.
Por las tardes, se lo podía ver siempre en el centro de nuestra ciudad, caminando, como él decía, “para encontrarse y hablar con amigos, que por suerte son muchísimos”.
Rafertti junto a Diego Maradona
SU VIDA ARTÍSTICA
Aunque ya era conocido en el ámbito local desde adolescente por su particular y muy bien afinada forma de cantar el tanto, el hombre profesionalmente debutó a los 20 años, en 1944, en el viejo Club Carattoli y desde entonces alternó como cantante en distintas orquestas locales como “Los reyes del ritmo” y “Los porteñitos”.
En una nota periodística realizada en 1970, año en que dio por cerrada su carrera artística, habló de los músicos de nuestra ciudad señalando que “Osvaldo Barbé, Oscar Atencio y Mario Pisani fueron los que yo más admiré. No solamente se trataba de magníficos exponentes del tango de aquella época, sino que también supieron acercarse a uno cuando se necesitó de un apoyo tanto moral como material”.
Rafertti visitaba la redacción de EL DIA desde los comienzos de su carrera artística
Ya hacia fines de los años cuarenta comenzó a ser contratado en diferentes programas de radios porteñas de gran convocatoria, en donde se vinculó con otros artistas como José Marrone, con quien forjaría una gran amistad; Ubaldo Martínez, Mariano Mores y Tincho Zabala, entre otros.
Junto a algunas de esas figuras, en 1951 participó de la creación del Sindicato de Artistas de Variedades, el primer gremio con obra social propia.
En 1952 también comenzó a componer tangos, algunos de los cuales, como “Gran palito”, “Uruguay tierra bendita” y “El perdón de una madre”, fueron grabados discográficamente por distintas orquestas porteñas.
En esa misma época se iniciaron sus presentaciones en Uruguay, las que se prolongaron por años. Cantaba en distintos locales de Montevideo y luego en Carrasco, Maldonado, Piriápolis y Punta del Este. También lo hizo en Mar del Plata durante varios veranos.
“Las amistades que fui haciendo a lo largo de mi carrera artística son el gran capital, el más valioso, que mejor puedo rescatar. Se trata de muchas personas y todas muy importantes para mí. El resto fueron bienestares pasajeros, pero no muchos podrán hablar como lo hago yo. Por eso no me interesó demasiado cuando me topé con un representante artístico más amigo del dinero que del trabajo, y con él se esfumaron las posibilidades de mi actuación en la televisión”, le reveló a nuestro diario en su momento.
DILATADA LABOR EN GIMNASIA
Rafertti trabajó en el fútbol de Gimnasia y Esgrima durante más de medio siglo cumpliendo funciones como recepcionista de personalidades, camillero, asistente de los árbitros y hasta improvisado “comisario deportivo”.
En una nota de 1995 contó que “llegué el club el 14 de marzo de 1945, la misma fecha en que cumplí 21 años; y a los pocos días me designaron responsable de la atención de las personalidades que habitualmente ingresaban por la puerta de socios como el Gobernador, el Intendente, el jefe de Policía, entre otros. Estuve en ese puesto durante cuatro temporadas. Después, en 1949, pasé a colaborar como delegado de la cuarta división y al año siguiente cumplí idénticas funciones en la quinta que fue campeona con Jorge Nicoletti”.
También estuvo varios años como asistente de los directores técnicos de primera división.
“En 1967 me designaron para que hiciera relaciones públicas con los árbitros que llegaban a nuestro estadio. No me separaba de ellos desde que llegaban hasta que se retiraban de la cancha. Esta tarea me ha reportado muchas satisfacciones y he recibido innumerables muestras de afecto por parte de ellos como de la gremial que los nuclea”, evocó en una nota de 1995.
Siempre de traje, Rafertti recibía a los árbitros en el estadio del Bosque y los acompañaba hasta que ingresaran al campo de juego, donde él permanecía durante todo el partido. Su inconfundible figura se había hecho popular entre el público tripero.
Rafertti con un muñeco del Lobo
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