El delivery y las apps de transporte, una postal del deterioro del empleo formal
Edición Impresa | 29 de Diciembre de 2025 | 01:54
Casi al mismo ritmo que crecen el desempleo, la subocupación y la presión sobre el mercado laboral en el Gran La Plata, aumenta en forma sostenida el trabajo en aplicaciones de delivery o de transporte de pasajeros. Los jóvenes que se movilizan a toda velocidad en bicicletas y motos para llegar a tiempo con sus pedidos son ya una postal cotidiana del paisaje platense. Y, según analistas del mercado laboral, representan también un indicador silencioso del deterioro del empleo formal.
Si bien la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec no mide de forma específica el empleo en plataformas digitales, sí registra un aumento del trabajo por cuenta propia, de la informalidad y de los ocupados que buscan otro empleo, un combo que explica en buena parte la expansión del delivery.
En el Gran La Plata, por ejemplo, el crecimiento de los ocupados demandantes y de los subocupados confirma que tener un solo trabajo ya no garantiza llegar a fin de mes (ver aparte).
A nivel nacional, informes del Ministerio de Trabajo y estudios sobre economía de plataformas coinciden en que el reparto es una de las principales puertas de entrada al mercado laboral informal, especialmente entre jóvenes, extranjeros y trabajadores expulsados del comercio, la construcción y los servicios tradicionales. Si bien se trata de una actividad de rápida inserción, sin requisitos formales y con ingresos inmediatos, no garantiza estabilidad, aportes jubilatorios ni cobertura social.
Una opción ante la búsqueda de un segundo empleo
El fenómeno también está asociado a la caída del salario real. Los últimos datos del Indec muestra que cada vez más personas con empleo salen a buscar un segundo ingreso. En este escenario, el delivery aparece como una opción flexible para sumar horas de trabajo. Sin embargo, los ingresos dependen de la cantidad de pedidos y de la demanda diaria, trasladando el riesgo económico (y físico, al estar expuestos cada vez más a robos o accidentes) al trabajador.
En este punto, el último Índice Rappi funciona como una radiografía del fenómeno. Aunque las órdenes crecieron un 29,3% en el último año y los comercios activos un 39%, el ticket promedio apenas subió 21%. Es decir que los usuarios gastan menos en términos reales y los repartidores se disputan un volumen de pedidos que no crece al mismo ritmo que la cantidad de trabajadores. Según el propio informe de la empresa, 151.874 repartidores completaron al menos un pedido en 2025, frente a los 43.048 del año anterior. En paralelo, la demanda creció menos que la oferta laboral y el valor del gasto promedio perdió contra la inflación.
Los propios repartidores cuentan que pueden llegar a trabajar 10, 12 o más horas diarias para lograr ingresos que a veces apenas les alcanzan para cubrir sus gastos básicas. Mientras que deben sumar cientos de pedidos al mes para sostener a una familia, algo que demuestra las dificultades que tienen para vivir sólo de esta actividad.
Más dependencia
En este sentido, el boom del delivery en la Región no habla de un mercado laboral dinámico.Más bien parece un síntoma de un escenario de crisis en el que la falta de empleo formal y la pérdida de poder adquisitivo llevan a más personas a depender de estas plataformas. Aunque tengan que hacerlo en condiciones precarias y durante extenuantes jornadas.
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