Advierten por la llegada de más calor en la Región

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Las altas temperaturas que vienen reinando y los informes del Servicio Meteorológico acerca de que se prevén jornadas de más calor que pueden llegar el 31 de este mes a cerca de 40 grados –en el penoso contexto de la falta de agua en muchos sectores de la Ciudad y la periferia-, se suman como factores que obligan a que, en la medida de sus posibilidades, la población tenga presente y atienda las recomendaciones médicas necesarias para no sufrir los efectos propios del intenso calor.

En la jornada previa a la despedida de año, en un contexto signado por temperaturas que vienen superando los 30 grados, se prevé una marcada suba de la temperatura, que podría superar los 37 grados y extenderse hasta la noche de la cena de Fin de Año.

Lo cierto es que este clima tórrido encuentra a La Plata sin agua, de modo que miles de habitantes se ven obligados a acarrear recipientes con agua y a gastar dinero para comprar bidones y botellas, tal como se detalló en el informe publicado ayer en este diario.

Las temperaturas reinantes pueden ocasionar un golpe de calor o “insolación”, caracterizado por un fuerte dolor de cabeza, pérdida de la conciencia, aumento extremo de la temperatura corporal, mareo y sequedad en la piel.

En años anteriores las autoridades sanitarias informaron los síntomas de un golpe de calor o insolación: temperatura del cuerpo de 39°C - 40°C o mayor; piel roja, caliente y seca; respiración y frecuencia cardíaca acelerada; dolor palpitante de cabeza; confusión o pérdida de conocimiento; alteración del estado mental y del comportamiento como vértigos, mareos, desorientación, delirios; dolores de estómago, inapetencia, náuseas o vómitos.

Entre las medidas para prevenir el agotamiento o golpe de calor se incluye dar el pecho a los lactantes con mayor frecuencia; mantenerse hidratado; evitar bebidas alcohólicas, con cafeína y con alto contenido en azúcar como gaseosas; evitar comidas pesadas y alimentos ultra procesados (optar por frutas y verduras); usar ropa holgada, liviana, de algodón y colores claros; no exponerse al sol directo entre las 10 y las 16; y mantener a los niños, los mayores y las personas más vulnerables en lugares bien ventilados y frescos.

Está demás señalar que la penuria climática no debiera verse acentuada por las reiteradas deficiencias en el servicio de agua domiciliaria en la Región, que incluye también la inexistencia de suministro para muchos barrios a los que no llegan las redes. Las falencias del servicio de agua en los meses tórridos constituyen una suerte de clásico, muy dramático por cierto, de la Ciudad.

Es claro que, también, el Estado debería impulsar políticas que sirvan para modificar estructuralmente el hábitat muchas veces inhumano, en el que viven miles de niños y ancianos obligados por las circunstancias, alojados en casillas que carecen de toda protección y servicios de infraestructura y que están expuestos a las distintas inclemencias climáticas.

 

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