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VIDEO. En helicóptero militar y con fuerte operativo: el día que se entregó Pablo Escobar, el narco más temido del mundo

La escena de su rendición fue cuidadosamente calculada por el gobierno. Uno por uno, todos los actos terroristas de los que se lo acusó. Sus días en la cárcel, la fuga y cómo lo mataron

19 de Junio de 2025 | 09:23

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Hace exactamente 33 años, el 19 de junio de 1991, uno de los criminales más temidos y poderosos del siglo XX, Pablo Emilio Escobar Gaviria, se entregaba voluntariamente a las autoridades colombianas. La escena de su rendición fue cuidadosamente calculada: descendió de un helicóptero militar en la zona rural de Envigado, Antioquia, y fue trasladado a una cárcel hecha a su medida, conocida como La Catedral, ubicada en una colina boscosa y solitaria.

La entrega fue el resultado de una compleja negociación entre Escobar y el gobierno del presidente César Gaviria. En medio de una violencia desbordada que había costado miles de vidas —incluidos políticos, jueces, periodistas y ciudadanos—, el gobierno colombiano buscaba desesperadamente una forma de detener la ola de atentados, secuestros y asesinatos provocados por el Cartel de Medellín.

La entrega fue anunciada oficialmente por el gobierno del presidente César Gaviria. El entonces ministro de Gobierno, Humberto de la Calle, decía: “Hoy se ha dado un paso importante en el camino hacia la pacificación. La rendición del señor Escobar representa un alivio para millones de colombianos que han sufrido su violencia”.

Violencia, terrorismo y chantaje

Durante la década de 1980 y principios de los 90, Escobar libró una brutal campaña de terrorismo para forzar al Estado colombiano a prohibir la extradición de nacionales a Estados Unidos. Bajo el lema “preferimos una tumba en Colombia que una celda en EE.UU.”, el Cartel de Medellín ejecutó una estrategia de terror sin precedentes.

Entre los crímenes más resonantes de esa época figuran:

- El asesinato del ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla (1984), quien había iniciado una ofensiva judicial contra el narcotráfico.

- El atentado con coche bomba al edificio del DAS en Bogotá (1989), que dejó más de 60 muertos.

- El magnicidio del candidato presidencial Luis Carlos Galán (1989), férreo defensor de la extradición y la lucha contra el narcotráfico.

- La explosión del avión de Avianca, vuelo HK-1803, en noviembre de 1989, con 107 muertos, presuntamente para matar a un candidato presidencial que finalmente no había abordado.

El periodista Germán Castro Caycedo diría más tarde: “Escobar impuso el miedo como norma nacional. No era solo un capo. Era un actor político, militar y social en un país arrodillado”.

El pacto con el Estado y la nueva Constitución

La entrega de Escobar se produjo un día después de que la Asamblea Nacional Constituyente aprobara la nueva Constitución de Colombia, que entró en vigor el 4 de julio de 1991. Entre sus cambios clave estuvo la eliminación de la extradición de colombianos, una victoria directa para los intereses de Escobar.

El presidente César Gaviria, al aceptar la entrega, argumentó que era una forma de reducir la violencia y evitar mayores costos humanos. A cambio, Escobar aceptó cumplir una condena en Colombia, pero con condiciones: construir su propia prisión, mantener sus bienes y no ser extraditado.

En sus propias palabras, al momento de entregarse, dijo: “Estoy dispuesto a someterme a la justicia colombiana. Confío en el compromiso del gobierno de respetar la no extradición”. El gobierno sostuvo que esa entrega podía significar el fin de la guerra narco. El propio presidente Gaviria expresó en cadena nacional: “Los colombianos pueden mirar al futuro con esperanza. No hay impunidad: hay justicia. Esta es la demostración de que el Estado no se rinde”.

La Catedral: prisión o fortaleza

La Catedral fue más una mansión de lujo que una cárcel. Escobar tenía allí canchas de fútbol, una discoteca, cocina gourmet, salas de juegos, jardín privado y línea telefónica directa. El sitio estaba custodiado no por el Estado, sino por hombres de su confianza. Desde allí, según investigaciones posteriores, continuó operando el Cartel de Medellín y ejecutando asesinatos selectivos.

La situación se volvió insostenible cuando, en julio de 1992, se conoció que Escobar había mandado matar a dos de sus lugartenientes dentro de la prisión. El gobierno intentó entonces trasladarlo a una cárcel común, pero Escobar logró fugarse con ayuda de sus guardaespaldas y se mantuvo prófugo durante más de 16 meses.

El diario El Tiempo publicó entonces: “La prisión parece más un club privado que un centro de reclusión. Escobar sigue siendo el amo y señor de su entorno”.

El final e inicio de una nueva era

La fuga de La Catedral provocó una nueva etapa de persecución. El gobierno colombiano, apoyado por agentes de inteligencia estadounidenses (DEA, CIA y otros), formó el Bloque de Búsqueda, una unidad especial de las fuerzas de seguridad que trabajó junto con los llamados “Pepes” (Perseguidos por Pablo Escobar), un grupo paramilitar conformado por enemigos del capo.

El 2 de diciembre de 1993, Pablo Escobar fue finalmente abatido en un operativo en un barrio de clase media de Medellín, dos días después de cumplir 44 años. En ese marco, el entonces director de la Policía Nacional, general Óscar Naranjo, afirmaba: “Con la muerte de Escobar no termina el narcotráfico, pero se cierra un capítulo sangriento que jamás debimos haber escrito”.

Fue así que la entrega de Escobar el 19 de junio de 1991 fue un hito político y criminal. Para muchos, simbolizó la debilidad del Estado frente al crimen organizado. Para otros, fue una estrategia pragmática que al menos temporalmente redujo la violencia. Lo cierto es que marcó el inicio del fin del Cartel de Medellín y el comienzo de una nueva etapa del narcotráfico colombiano, dominada luego por el Cartel de Cali y otros grupos.

A más de tres décadas, ese día sigue siendo recordado como uno de los momentos más impactantes de la historia reciente de América Latina.

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