¿Por qué se rindió Japón?: a 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial en el frente del Pacífico
| 15 de Agosto de 2025 | 07:41

Hace 80 años, exactamente el 15 de agosto de 1945, el mundo amanecía con una noticia que cambiaría la historia: Japón anunciaba su rendición incondicional, marcando el fin de la Segunda Guerra Mundial en el frente del Pacífico. Este día pasaría a la historia como el V-J Day (Victory over Japan Day), un momento que puso punto final a un conflicto global que, desde 1939, había dejado más de 60 millones de muertos.
La capitulación japonesa fue consecuencia de una serie de factores decisivos: la presión militar de los aliados, la entrada de la Unión Soviética en la guerra contra Japón y, sobre todo, el impacto devastador de dos armas nunca antes vistas: las bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki.
En los meses previos a la rendición, Japón se encontraba en una situación desesperada. Las derrotas militares en el Pacífico —como en Iwo Jima y Okinawa— habían reducido su capacidad defensiva a un mínimo crítico. La marina y la aviación prácticamente habían dejado de ser operativas, mientras que un bloqueo naval impuesto por Estados Unidos impedía la llegada de alimentos, combustible y materias primas.
En las ciudades, la situación era dramática. Los bombardeos masivos con bombas incendiarias habían reducido barrios enteros a cenizas. Tokio, Osaka, Nagoya y otras grandes urbes ardieron bajo ataques que dejaron cientos de miles de víctimas y millones de desplazados. La población civil enfrentaba hambrunas, falta de medicamentos y una sensación de derrota inminente.
Hiroshima: el primer uso de un arma nuclear en la historia
El 6 de agosto de 1945, a las 8:15 de la mañana, el bombardero estadounidense Enola Gay, pilotado por el coronel Paul Tibbets, lanzó sobre la ciudad de Hiroshima la bomba atómica denominada Little Boy.
La explosión, equivalente a 15.000 toneladas de TNT, destruyó casi por completo la ciudad y mató instantáneamente a unas 70.000 personas. En los días y semanas siguientes, la cifra de víctimas aumentó debido a quemaduras, heridas y enfermedades provocadas por la radiación.
Hiroshima era un importante centro industrial y militar, pero el alcance de la destrucción y el sufrimiento civil superó cualquier precedente. La nube en forma de hongo, visible a kilómetros de distancia, se convirtió en símbolo del inicio de la era nuclear.
Nagasaki: la segunda advertencia mortal
Tres días después, el 9 de agosto de 1945, un segundo avión, el Bockscar, lanzó sobre Nagasaki la bomba Fat Man, más potente que la anterior, con una carga de plutonio y un poder equivalente a 21.000 toneladas de TNT.
Nagasaki, un importante puerto industrial y base naval, sufrió menos destrucción total que Hiroshima debido a su geografía montañosa, pero las víctimas fueron igualmente enormes: unas 40.000 personas murieron al instante y otras decenas de miles fallecieron posteriormente.
Ese mismo día, la Unión Soviética rompió el pacto de neutralidad que mantenía con Japón y declaró la guerra. Sus tropas lanzaron una ofensiva fulminante contra el Ejército de Kwantung en Manchuria, una de las fuerzas más grandes y experimentadas del Imperio japonés. La entrada soviética al conflicto cerró la última puerta de escape que Japón esperaba: negociar una paz a través de la mediación de Moscú. Con un frente abierto en el norte y la amenaza de más bombardeos atómicos, la situación era insostenible..
El mensaje del emperador Hirohito
El 15 de agosto de 1945, por primera vez en la historia, la voz del emperador Hirohito se transmitió por radio a todo el país. En su discurso, habló de la necesidad de “soportar lo insoportable” para evitar la total aniquilación de la nación. Aunque no mencionó explícitamente las palabras “rendición” ni “bomba atómica”, se refirió a “un arma nueva y cruel” que había causado daños incalculables.
Para millones de japoneses, la voz del emperador —considerado una figura divina— fue un momento de conmoción y resignación. Para el resto del mundo, fue la confirmación de que la guerra en Asia había terminado.
Celebraciones y duelo: el contraste de emociones
En las calles de Nueva York, Londres, Sídney y otras capitales aliadas, el anuncio desató celebraciones masivas, con imágenes icónicas como el beso entre un marinero y una enfermera en Times Square. Sin embargo, en Japón la jornada estuvo marcada por el silencio, el duelo y el miedo al futuro bajo ocupación extranjera.
Aunque el anuncio se produjo el 15 de agosto, la rendición formal se firmó el 2 de septiembre de 1945 a bordo del acorazado USS Missouri, anclado en la bahía de Tokio. El general Douglas MacArthur, comandante supremo aliado, presidió la ceremonia, que reunió a representantes japoneses y delegados de las potencias vencedoras.
Con esta firma, concluyó oficialmente la Segunda Guerra Mundial, pero se abrió una nueva etapa: la ocupación y reconstrucción de Japón, el inicio de la Guerra Fría y un debate ético y político sobre el uso de armas nucleares que persiste hasta hoy.
Legado y memoria
Ocho décadas después, el V-J Day se recuerda como un punto de inflexión global. Para muchos, simboliza el triunfo sobre el expansionismo militar y el final de una era de guerra total. Para otros, es una fecha que obliga a reflexionar sobre los costos humanos de la guerra y el poder destructivo de la tecnología militar.
Hiroshima y Nagasaki permanecen como ciudades símbolo de la paz y la no proliferación nuclear, y cada año, en esta fecha, el mundo revive la memoria de quienes vivieron y murieron en aquellos días decisivos de 1945.
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